INANIMADOS LLENOS DE VIDA

"As time goes by" Brian Ferry 


A raíz de una historia de tijeras, de tijeras rojas, desde hace algún tiempo vengo pensando en mis objetos feticheEsos pequeños tesoros que guardo, algunos desde hace décadas y otros desde a penas unos meses, pero a los cuales estoy unida de una manera física y emocional. Puedo entender, dentro de mi raciocinio personal, porqué algunos tienen un significado tan prioritario para mi, pero por el contrario, otros son incomprensiblemente importante.
Supongo que el más importante de todos, por el que estoy obligada a empezar y al que todos los que me conocen desde que leía Teo me asocian, es my Baby Fever. Mi Baby Feber, es el mítico muñeco de la casa Feber. Objetivamente es feo e incluso puede dar algo de miedo. Tiene el cuerpo blando, las extremidades de plástico y el cabello rojizo. No tiene nombre, es “Babi Fever”. Me lo trajo un paje de Sus Majestades un 5 de Enero de, creo recordar, 1989. Un día antes de lo previsto, porque según me dejaron escrito en una carta que aún conservo “Mañana es un día de mucho trabajo y como has sido una niña muy buena te visitamos una noche antes”. Aquella fue la primera noche que dormí con él y aunque deje de hacerlo cuando comencé secundaria (no por nada, sino porque mi cama era muy pequeña para dos, aunque el segundo de abordo fuera un muñeco y se me caía todas las noches despertándome…) cuando tengo el espíritu intranquilo y acudo al refugio paterno buscando consuelo duerme conmigo porque me hace sentir mejor. Cuando tenía seis años, me acompaño a vivir a la cuenca minera y adquirió un aspecto negruzco y sucio, momento en el que fue bautizado como “El Minero” y así se ha quedado. A la Universidad no vino conmigo, pero en cuanto me haga mayor de verdad (aún soy una pequeña niña) tendrá un lugar en mi casa.
Pero mi Baby Fever, es muy obvio y no es un fetiche. La mayoría de las personas que conozco tienen un juguete del alma. En cambio Stephanie, mi oso sacapuntas, si es un fetiche.
Stephanie ha estado en la balda de mi cuarto desde siempre. No se en que momento apareció en mi vida. No se vivir sin ella. Aparte de afilar los lápices mejor que cualquier sacapuntas del mundo, es un oso la mar de salaó. A veces, he creído haberlo perdido, y la sensación que en ese momento se ha apoderado de mi estomago, es indescriptible.
En relación a objetos de escritorio, conservo una regla fina cuadrada garabateada con nombres de grupos musicales que me une a las personas que me la firmaron. Al principio era una regla pulcra, sin borrajos y sin garabatos, pero un buen día mi compañero de delante (hoy amigo y casualidades del destino, algo parecido a un músico), decidió que sería estupendo dejar plasmado sus gustos musicales en mi pluscuamperfecta regla. Con mi consabido enfado. Con su consabida bronca. Aquello abrió la caja de Pandora y en días sucesivos se lleno de “Oasis”, “Brian Adams” e incluso “Estopa” (si, con la de “Estopa” me sigo hablando, y hasta la quiero). Hoy da un poco de asquito y no queda bien sacarla para hacer Cefalometrias. Me da igual. Es mi regla y no la discrimino.
Con 13 años, compré a un niño de 7, un cromo de Morientes y por aquel entonces, una que era buena amiga mía por entonces, robó para mi una pegatina del Madrid, de una camiseta del primer equipo en la planta de deportes del Corte Inglés. Ambos trozos de papel plastificado siguen en mi cartera, que no es la misma, pero han sobrevivido a todas las carteras. Están rotos por las esquinas, Morientes ya no juega en el Madrid y de la ladrona no se nada, pero soy incapaz de sacarlos de ahí.
De todos modos, yo soy muy de papeles. En casa paterna guardo en una enorme caja de zapatos forrada por mi, papelitos, dibujos y demás historietas de mi época escolar. Uno de mis mayores tesoros son los dibujos que me hacían personas que venían a clase conmigo, tengo Picachus, grafitis, escudos del Madrid personalizados (de la ladrona del Corty), comics, collages… al lado de nombres de chicos que nos gustaban a mis amigas y a mi y cartas (reivindico la carta, volvamos a la carta, muerte al mail, pero que no me quiten el Tuenti!). Cartas con letra infantil, llenas de historias infantiles, que se me de memoria por la cantidad de veces que reabro la caja y disfruto de los tesoros que en ella guardo.
También tengo en una enorme carpeta naranja, lo que yo llamo “Mis recortes de inspiración”. Son páginas arrancadas de revistas con entrevistas a gente, con fotos de desfiles, campañas de publicidad, imágenes que me sobrecogen, papeles con canciones que me gustan, etiquetas de vestidos pasados, carteles pequeños de películas y montones de fotos de los que para mi son  momentos históricos. Viven conmigo. Sobreviven al devenir de mis mudanzas. Recurro a ellas una y otra vez. A veces forman mosaicos, bajo el cristal de mi mesa de estudio adolescente, en el interior de mi armario, detrás de las puestas… y forman parte de lo que soy, de lo que me gusta, en lo que me estoy convirtiendo. Esa carpeta está completada con mis cuadernos de escribir que son libretas que siempre van conmigo y en las que garabateo pensamientos, frases célebres y reflexiones inconexas. Con la modernidad de los tiempos, este blog también es un complemento de mi carpeta naranja, el seno de mis voces.
Y ayer, me he dado cuenta de que en los últimos meses he sumado a la lista un nuevo objeto fetiche. Es un gorila morado. Un regalo Kinder. Lo metí en el bolsillo de mi pijama de prácticas el primer día, y de ahí no se ha movido, salvo cuando he lavado mi pijama, pero tras plancharlo lo primero que he hecho, ha sido meter en el bolsillo el dichoso gorila. Me he dado cuenta porque estaba preparando mi pijama, lo he planchado y he metido el gorila, que cuando no está en el bolsillo azul del pijama, está en la caja de las gafas, que en realidad es un estuche porque la caja la perdí…
Antes de meterlo en el bolsillo, lo he relacionado con la historia de las tijeras rojas y con mi larga lista de objetos que conforman mi vida. Un gorila que ha adquirido estatus.
Quizás todo esto no sean más que amuletos que algún día tiraré u olvidaré. Pero a día de hoy son mis posesiones más preciadas.

4 comentarios:

Sr Q dijo...

De eso nada, todo esto no se tira. Yo guardo mierda para dar y regalar desde hace años pero son cosas que me gustan y me niego a tirarlas. Una uña de cuando me pillaron los dedos en una puerta y la mudé (sí, es una marranada), una caja llena de echantillones de perfume, miles de archivadores llenos de recortes de periódicos, miles de lápices de medio centímetro que no tiro y no sé por qué...

Anónimo dijo...

A mi la mayoría de las cosas me recuerdan tiempos mejores. Por lo tanto normalmente prefiero guardarlas en un cajón, fuera de la vista (para no recordar demasiado) y dedicarme a generar nuevas experiencias que sean recuerdos el día de mañana. Quizá sea sólo una mala racha, pero ahora mismo es así. Todos los recuerdos en una caja.

Todos los objetos que me recuerdan algo, exceptuando quizá aquellos que siempre han estado ahí, en lo bueno, en lo malo y en lo regular. Por ejemplo el ordenador que tantas veces me ha aliviado. El teclado de donde tantas letras han pasado de mi cabeza a mis dedos y de ahí a la pantalla. Luego quizá al papel.

Y ya, basta de cursilerías, que hoy no es un buen día ;)

Me gusta tu blog :D

Vitote dijo...

¡Te encontré!.

Yo tengo carpetas llenas de recortes, mi púa favorita de cuando tocaba el bajo, una pelota de goma que imita a un balón Spalding de cuando tenía una canasta pequeñita en mi habitación, y un palo de golf que el señorito de la finca en la que trabajaba mi abuelo perdió y me regaló cuando tenía cuatro años, nadie sabe cuantas veces aticé a una pelota de papel con ese palo...

Está bien guardar "achiperris", te recuerdan quien eres de vez en cuando, o al menos quien has sido.

Pasaré por aquí, aunque tanto rosa en el fondo creo que va a acabar minando mi salud de alguna manera.

A cuidarse

Wed* dijo...

- Señor Quinqui. Lo de la uña es una guarrada y no te pega nada. Por cierto, leyendo en el Vanity (lo has comprado ya? va venga no te hagas el duro) la entrevista a Manolo Blanick pense en ti, cuando tengas su edad vas a ser a si porque ahora ya lo eres un poco (espero que no te parezca mal)

-Hasiro, vale, acepto que no te conozca pero, que amigo tenemos en comun (mandame un privado por el tuenti anda!)
Me alegro que te guste mi blog, al principio iba a ser sobre todo de moda, pero me gusta mas este egocentrico camino que ha tomado. Por cierto me gustan mucho tus relatos

- Victor!!!! El chico cuyo blog remueve los cimientos de la facultad de Medicina!!! El rosa no es tan malo...

Un beso a los tres

 

Me leen...

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