Si has leído algo de lo publicado en esta página un poco más abajo, habrás podido intuir que soy un poco maniática. Bueno, un poco no, MUY MANIÁTICA. Como buena maniática que soy, hay un montón de cosas que no soporto, pero no es plan hoy de ponerme a escurrir a mi misma y elaborar una larga lista (una más) que colapse la red. Más que nada porque hoy miles de españolitos se han levantado de buen humor, y presumiendo de sonrisa. Que luego a lo mejor la historia se trunca, el camino se tuerce y el gol no entra, y esas sonrisas sin motivo aparente se convierten en muecas, llantos y tacos. Sobre todo tacos, porque si hay algo más español que los toros, la paella y el flamenco (estereotipos absurdos que desde luego a mi no me representan), son los tacos. Probablemente no exista idioma en el mundo con mayor número de tacos e insultos, algo así como los esquimales y los tres mil términos que tienen para decir “nieve” (a ellos con “polvo” y “primavera” no les vale, aunque si lo piensas, es lógico porque allí lo único que pueden hacer es ver nevar…). Pero el tema del español y los tacos, me da para otra entrada y no voy a gastar todas las balas en un solo disparo.
Decía que yo tengo mucho de maniática. Hay cosas que no soporto sin más y hay otras para las que tengo argumentos. Mi lista de cosas detestadas la encabezan los “guays” o los que van de “guays” mejor dicho.
Los guays no son un grupo a parte. Dentro de las diferentes tribus que la sociedad nos ofrece, siempre hay algún guay entre sus miembros. No importa que seas perro-flauta, freaky, pijo-progre, pijo-facha, moderno de mierda o moderno tipo Agyness. Ninguna comunidad esta a salvo de contar con guays en su seno. Aunque el guay de un grupo, por las características sociales de su grupo, parezca diferente al guay de otro grupo, en esencia son iguales. Son iguales porque esa actitud ante la vida, lo que esconde es una enorme frustración por no encajar, por no vivir o porque su vida no deje una huella de suma profundidad como para decir que ha vivido. Miedo a que sus iguales, o mejor sus diferentes, piensen que no viven. Necesitan reconocimiento, necesitan atención. En el fondo todos necesitamos vernos reflejados en los demás, necesitamos el aplauso para sentirnos seguros de nosotros mismos, para saber e interiorizar que nuestras posiciones son las correctas y que la sociedad nos acepta. Es importante encajar. Siempre. Aunque no lo digamos en voz alta…porque la inseguridad aparente no es guay.
Salir porque toca, recitar consignas idealistas porque eres joven, porque son más políticamente correctas. Vivir de “arrastraó aparente” porque es más progre, por un lado. Vestir rodeado del osito ñoño del matrimonio-hermano. Hacer ver a tus iguales que en tu mundo todos los que te rodean son “los más” (los más guapos, los más ricos y los más listos, se entiende), pero que tu “pasas” aunque en realidad no, no pasas y lo dices únicamente para hacer pensar a tus iguales que no se te parecen y que tu estas en otro nivel…todo eso sin importar el color del lazo con el que va envuelto, es ser guay.
Eso lo único que denota es inseguridad, y no lo soporto. En esencia intentar demostrar que son los más auténticos.
¿Qué pasa sino muero por unos pendientes de Tous? ¿Qué pasa si un bolso de lona lleno de CHs me parece una horterada? ¿Qué pasa sino quiero salir un sábado? ¿Qué pasa si a veces echo en falta a mi madre? ¿Qué pasa si me gasto 6 euros en el Vogue París? ¿Qué pasa si no me gusta viajar en autobús? Pues no pasa absolutamente nada.
De mayor no quiero ser dentista. No. Quiero ser outsider (bueno en realidad, quiero ser Daria Werbowy, pero eso como los tacos, es otra historia) Tener las narices suficientes para vivir al margen de lo que los demás piensen. Ahora en parte lo intento, pero sólo en parte, porque aún no he alcanzado un estatus emocional suficiente como para no necesitar la aprobación de la sociedad.
De mayor no quiero ser dentista. No. Quiero ser outsider (bueno en realidad, quiero ser Daria Werbowy, pero eso como los tacos, es otra historia) Tener las narices suficientes para vivir al margen de lo que los demás piensen. Ahora en parte lo intento, pero sólo en parte, porque aún no he alcanzado un estatus emocional suficiente como para no necesitar la aprobación de la sociedad.
No me gustan los guays porque se mienten a si mismos y lo peor, intentan engañarme a mi.
Lo más auténtico, lo realmente auténtico, es estar por encima de todo eso.
0 comentarios:
Publicar un comentario