Viernes noche; metro de Barcelona.
Estaba a punto de quedarme dormida contra la pared mientras esperaba al ¿metro/tranvía? que me llevara de regreso a ese hotel que ya bien comienza a parecerse a una residencia de estudiantes, en lo que hemos dado en llamar irónicamente, “El Barrio”; cuando de repente el ruido de cuatro pares de tacones descompasados me sacaron de mis sueños. Cuatro chicas; tacón, pitillo y melena larguísima suelta. Risas muy altas y empujoncitos.
Dije en alto: “¡Ay los quince!”, una dormida que tenía a mi lado, me contesto “Nooo!! miralas tienen por lo menos dieciocho!”.
Compartíamos metro y no pude apartar mi vista de ellas. Y estaba en lo cierto. Quince. Incluso menos. Clones en diferentes colores, hermanas de ketchup, amigas para siempre. Su distintivo era una bufanda brocada que cada una tenía en un color.
Empezaron a sacar polveras rosas con dibujos naïf y gloss que compartían para un penúltimo retoque mientras planeaban la noche en aquella fiesta.
Aquella fiesta en la que estaría Aléx. Probablemente Aléx fuera un rubio de flequillo perfectamente colocado y calzoncillo visto, interesado en las cuatro que conocía y en las cuatro que aún desconoce porque en el fondo, auqnue sea un chico duro, es un niño lleno de dudas. Apariencia fuerte y pasota que duerme junto a un Teddy.
Bajaron del metro una parada antes que yo, nuevamente entre tacones descompasados y empujoncitos. Las mismas que subieron pero más naranjas. Quince años tuneados con Touche Eclat. Caritas todavía redondas que parecen t riangulares gracias a una hora de manejo de la luz cosmética. Eran puro nervio llenos de sueños y esperanzas de una noche en la vida.
Ayer noche se repitió la historia en el metro de Madrid. Menos finas y más rockeras. Mucho negro, slim y ojos perfilados. Mismos tacones incontrolados, mismas melenas al viento. Mismo individualismo colectivo. La única diferencia, es que esta vez, Alex les acompañaba.
Desaparecierony yo me quede contra mi pared, pensando en esas ocho niñas, que son más mujeres que yo a su edad, pero que a pesar de los tacones y el maquillaje, eran princesas disfrazadas que jugaban a ser mayores. Un poco como yo ocho años más tarde.
10 comentarios:
Hay un momento en el que todas las princesas dejan de serlo.
Sólo resisten las auténticas. Las que nunca necesitaron creerse princesas.
;)
q bien escribes xica...el relato es genial...y dos urras por el trío bS!
Es una pena el querer crecer mas rapido de lo que se debe...
Por cierto, me encanta como escribes.
Un beso!
- Holly, estas eran princesas aún, pero ya no se lo creían, es una pena... un beso
- Mario, ayer lei tu post sobre costura, pero son tantas cosas que no tenía tiempo... luego me paso, pero menuda currada de fotos. Besos
- Shop. De eso te das cuenta cuando ya has crecido :). Gracias, un beso
lo dan en las tiendas de paris,nueva york,italia i creo q en londres cuando hacen la presentación de la nueva temporada pero se ve q es una cosa exclusiva...aiii mundo injusto...bS!
Que miedo!
Dejadlas soñar, ya se encargará la realidad de despertarlas.
Ay los 15... que poquito los extraño
Es triste crecer y pensar que dejas de ser princesa...
Un besazo!
Saludos, Chloé Girl ;)
Conclusión: las roqueras son las dueñas!!!! haceros roqueras y os llevareis a Álex,haha.....
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