La importancia de no hacer deporte.

Siempre he considerado que llevaba una vida bastante sana: no fumo, bebo una copa de ciento en viento y estoy en contra de la mayor parte de productos precocinados y procesados. Incluso la salsa de tomate de bote (cosas mías, manías mías).

Pero no. Actualmente dentro de la escala vida sana estoy en nivel Satán y todo porque no hago deporte. Ni lo hago, ni pienso hacerlo. Al menos en los términos actuales de hacer deporte. Esto no significa que no me mueva: camino 45 minutos diarios, uso las escaleras en vez del ascensor, y tengo una bici estática del 89 sobre la que me muevo varias veces a la semana.

Vivimos en la burbuja del deporte. Todo el mundo va al gimnasio o a zumba o a padel y se apuntan a carreras populares. O todo a la vez. No lo crítico, me parece fenomenal que la gente practique deporte. Es más hay a personas, que hasta envido por su fuerza de voluntad pero que no se demonice a las personas que no lo hacemos.

No, no estoy apuntada a un gimnasio. No, no pienso hacerlo. No, no me gustaría, ya lo he probado y no es para mí. No, tampoco zumba. A mí me gusta bailar como a Phoebe correr: estilo libre y además soy descoordinada. Si, ya, sé que me ayudaría a la coordinación pero es que paso de ponerme en evidencia ante una decena de desconocidos, porque si, una vez me tropecé y caí de bruces de un step y desde entonces vivo atemorizada. Vale, puede que el padel me guste, pero no estoy dispuesta a ir a un polígono a jugar un martes de invierno con tres grados sobre cero, prefiero leer el Vogue. No, correr tampoco ¿Qué por qué? Porque Z* me ha dicho que para correr hay que tener menos grasa que un jilguero en un tobillo y creo que es cierto. ¿Senderismo? Si, tengo un pueblo y el novio un campo me gusta dar paseos, si. Ah no, levantarme todos los sábados a las siete de la mañana para ofrecerme a la Virgen del Camino Seco tampoco me va. Prefiero dormir y luego leer el Vogue…

Y así a diario mientras mi interlocutor me mira con pena o con resentimiento por, teóricamente no moverme porque mi bici estática del 89 a efectos del 2014, no cuenta para el nuevo deportista aficionado. Y esto casi me convierte en peor trabajadora, peor hija, novia, amiga  y ser humano. No me sacrifico. No bebo zumos verdes cargados de vitaminas, ni platos híper proteicos bajos engrasas que me ayuden a definir mis músculos por lo que no quiero estar sana. Moriré en un cuerpo flácido y viejo entre terrible sufrimiento.

Pues mira no. Porque si te fijas en los deportistas retirados de cuarenta años están derrotadísimos con lesiones crónicas y bastante arrugados. Es como si yo me dedicará a juzgar a las personas que me rodean por sus hábitos de belleza. Caras sin luz por falta de Vitamina C y llenas de manchas y granos por no usar AHA y BHA y además envejecidas prematuras por exponerse al sol sin protección y olvidarse que hay que limpiarse e hidratarse de día y de noche. Con el poquísimo tiempo que  se tarda en los rituales matutinos y vespertinos, apenas cinco minutos. Que vagos. A más de uno le jodo la vida. Morirás con unos glúteos de acero y sin dolor por la resistencia a las agujetas pero arrugado como una pasa y lleno de manchas.

Menos mal que esto del deporte en una moda como la dieta Dukan. En 2011 si no comías como Dukan te decía no eras nadie y ahora si no haces deporte tampoco. En el medio está la virtud y preveo unos años en los que las farmacéuticas que fabrican antiinflamatorios y los traumatólogos se forraran y yo lo veré desde mi sofá. Flácida. Leyendo el Vogue. 



Songs about Jeans

Me encantaría ser una erudita de la música de esas que colecciona vinilos de grupos de los setenta y se saben quién influyó en que artista que es considerado una influencia para los que lideran hoy las listas de iTunes. Pero no. Yo soy de andar por casa. Y como soy de andar por casa no me avergüenza reconocer que mis tres discos favoritos, a los que vuelvo una y otra vez aunque pasen los años son, y no por este orden: el MTV Unplugged de Bryan Adams, “What´s the story (morning glory)” de Oasis, “Crush” de Bon Jovi y  “Songs about Jane” de Maroon 5. Peor sería que me gustasen las radio fórmulas actuales o el falso indie español tan de masas (españolas) como “El canto del Loco”.


De los cuatro álbumes que he mencionado el que más he escuchado sin lugar a dudas es “Songs about Jane” único CD que tengo de Maroon 5, teniendo por el contrario en mi estantería, la discografia entera de los otros tres artistas. Incluso tengo el Unplugged de Bryan Admas grabado en una cinta de 90 minutos que me niego a tirar porque esa fue mi adolescencia. Ahora con Spotify tienes todo de todos  y cuenta menos porque tener un original de un artista en un soporte físico que no virtual, dice cuanto te gustaba y lo que ha representado en un momento dado.  Y más cuando como a mí, crees que las letras te hablan. Mucho tiempo me habló “Sweetest goodbye” hasta el extremo de colgar la letra traducida en el corcho de mi cuarto. Como el que cuelga un gran poema.  Aunque esta confesión me pone a la altura de los que subrayan frases de Paulo Coelho, o peor, de los que se las creen.


“Songs about Jane” se llama así porque todas las canciones están inspiradas en una novia que tuvo Adam Levine. Recuerdo haber dicho un montón de veces que la tal Jane se merecía al menos un pisito por ello. Sabiendo la historia del título y fijándome en las pintas y maneras  de rompecorazones californiano de serie de la CW de Levine, me imaginaba a Jane como una Kelly Taylor del dos mil  que se tiraba de los pelos todas las noches por haber dejado escapar a semejante hombre. Que será un machista y un chulo (de mierda) pero es uno de esos HOMBRES.

Me equivoque. La ex Jane de Levine,  es Jane Herman Bishop una chica que a priori poco tiene que ver con una Kelly Taylor de la vida o con un Ángel de Victoria´s  Secrets aunque si es una chica de moda. Nacida en Los Ángeles se mudó a Nueva York para estudiar en la universidad (meses antes dejó a Adam y él ese día escribió “This Love”) se convirtió en redactora de Vogue, trabajo que dejó para ser consultora de diseño en GAP. Actualmente es escritora freelance  para vogue.com y el New York Times y es co-fundadora de “Jeanstories”, una especie de Rommy and the bunnies dedicada a los obsesionados por los vaqueros como ella, donde la gente, de moda o no, cuenta sus filias con esta prenda, se cuelgan noticias y se enlaza a tiendas donde puedes comprar las prendas que se ven en las fotos y de las que hablan.


Más cerca de un estilo effortless chic parisino que de un estilo californiano o neoyorkino, nada tiene que ver con las modelos rubias de piernas largas, y lo confieso, he tenido un girl crush  leyendo su entrevista y viendo su casa en Refinery29.

Ahora ya me explico porque mi obsesión por ese disco. No creo que se tire de los pelos por Levine.





Jackie de España

Me ha pedido Raquel que escriba una entrada sobre la escena de costumbrismo decimonónico que ha debido ser el funeral de Boyer. Con sus plañideras y sus gafas oscuras.

A mí esto me ha pillado a contrapelo porque llevo desenganchada de la actualidad toda la semana, tanto que desconozco si Chabeli ha viajado desde Miami o Julio o el Marqués de Griñón han estado apoyando la nueva viuda de España. Pobre Pantoja hasta de ese título la despojan. Voy a tener que enterarme de todo por el “Hola” que viene y ya llevo dos número atrasados que del actual sólo he visto la portada donde sale Clooney con un señor vestido de novia. Un señor muy guapo. Él directamente sufre el “síndrome señora”. Como Brad Pitt. Qué necesidad tendrán. La cirugía estética made in Hollywood  lleva en camino incierto, ellas cada vez más andróginas y ellos hinchados como chochonas. Podríamos decir que no es bonito.

No sé qué me pasa para estar tan desligada a la actualidad quizás algo este cambiando en mi como algo parece que está cambiando en el novio. Aquella pizza del viernes antes de mi cumpleaños a parte de salada llevaba el chip del cambio: yo estoy poco cotilla y el de repente come queso.

Como lo leen, el novio come queso. Y no solo queso, también brócoli y salmón. Estoy empezando a creer que en vez de a USA se ha ido al hogar Tigre a aprender hábitos. Porque además bebe agua. El novio que sólo bebe Coca Cola, esta bebiendo agua en USA el país de la Coca Cola. Resulta que la bebida carbonatada de denominación de origen Atlanta en USA tiene más gas y más azúcar. La Coca Cola yankie no sabe como la ibérica. También porque está viviendo con una familia que no quiere que su hijo se haga adicto a las bebidas gaseosas azucaradas. El novio dice que las Américas me gustarían. También yo creo que las Américas me gustarían. La cultura americana es algo que me fascina porque en Europa no hacemos más que criticarla pero también de adoptarla mientras nos sentimos fascinados por las culturas del lejano oriente en un alarde de esnobismo. Que te guste Asia mola. Criticar a USA mola. Que te guste USA te convierte en un superficial, cuando al fin y al cabo nos quedamos en tópicos ya que el país es todo un continente en sí mismo siendo tanto más poliédrico que la propia Europa.

Volviendo al entierro de Boyer, si no supiera que es de Boyer diría a juzgar por la foto que se trata del funeral de un Rockefeller o un Kennedy. Una vez más simbología americana. En España ya tenemos a nuestra propia Jackie.





ESTHER CAÑADAS

El número de Septiembre de Vogue Italia  es un libro de 884 páginas donde además de un editorial para enmarcar de Peter Lindbergh con Maria Carla Boscono, con  fotos de esas que ponen la piel de gallina y un nudo en el estómago, hay un repaso de las mujeres que han marcado el rumbo de Vogue Italia y en extensión de la moda estos 50 años y pequeños archivos de los fotógrafos que lo han hecho posible los últimos 20.

Sólo aparecen dos españolas, Naty Abascal dentro de los perfiles de mujeres inspiradoras para la moda y Esther Cañadas como modelo, dentro del archivo de Lindbergh y del de Helmut Newton en fotografías de 1998, vestida de Laurel y McQueen.

Hace unos días reflexionaba sobre lo poco considerada que ha estado Esther Cañadas donde se ha dado más importancia a con quien salía o entraba que a su carrera y es que hay modelos de su época reconvertidas en madres amantísimas y socialites estupendísimas que parecen tener más bagaje que ella y simplemente tienen más exposición nacional y si, hablo de la presentadora de “Sólo Moda”,  cuando en términos netos quizás haya sido de las tres modelos españolas más importantes de todos los tiempos, con editoriales en todas la cabeceras importantes, presencia en todos los desfiles de finales de los 90 de Chloé a Givenchy y campañas para firmas más que importantes entre las que destaca por encima de todo los casi diez años que fue imagen de una u otra manera de Donna Karan.

Se retiró hace cinco años y no le hace falta peregrinar por fiestas para recordar lo que ha hecho que ha sido porque ya está Vogue Italia para recordarlo sin que ella lo haya pedido.



HISTORIA DE UNA PORTADA


Vogue Australia nunca ha estado en mi lista de revistas favoritas (NI DE LEJOS) . Sólo soy capaz de recordar una portada,  aquella de Gemma Ward fotografiada por Patrick Demarchelier en la que la modelo, en la cresta de la ola, era la editora invitada. Fue Diciembre de 2005. Lo he tenido que buscar.







Las grandes revistas de moda son marcas en sí mismas y mientras unas pertenecen al grupo editorial madre, otras se producen en colaboración bajo licencia y es el caso de Vogue Australia. Las que se producen bajo licencia no suelen contar con amplios recursos económicos lo que les lleva a abusar de reprints. No debe ser sencillo tener que mantener por un lado los valores de marca y de nombre de una cabecera como Vogue, con las de un grupo editorial que compra una licencia para desarrollarla y que en muchos casos desconoce lo que compra preocupándose únicamente en los beneficios a muy corto plazo. Y luego, por otra parte, estamos los consumidores de revistas a nivel internacional, tremlas revistas sean Vogue Italia o The Gentlewomanendamente críticos y que esperamos que todas.



Es lo que siempre me ha pasado con Vogue Australia (y Grecia y Taiwán…)  la he considerado una edición mediocre, llena de material que he visto antes. Pero ¡eh!, en su portal digital nacieron los Foros Vogue y eso merece un respeto.


Hace cosa de un año más o menos recuerdo como los medios de todo el mundo, incluidos los telediarios españoles (visualizo a Mónica Carrillo dando la noticia), contaban la salida al mercado de un libro donde se contaban por enésima vez los oscuros entresijos del mundo de la moda (dicho y escrito con ironía y desdén)  El libro estaba escrito por Kirstie Clements, antigua editora de Vogue Australia que había sido despedida en 2012, y todos los medios, nacionales e internacionales incluido el Guardian y el Telegraph, comentaban el mismo pasaje: como Kirstie había visto a modelos comer algodón para no sentir hambre y otros locurones similares. Sensacionalismo puro y duro.









Me lo compré. Lo primero que hice fue ir al famoso capítulo del algodón y aunque eso no es más que una anécdota de una frase, la autora culpaba casi únicamente de la talla de las modelos a los diseñadores y estilistas parisinas. Lo llama the parisian thin. Me pareció demagógico, aún así me leí los tres capítulos anteriores a ese y como me recordó tanto al inicio de las memorias de Grace Coddington chica-pobre-entra-en-vogue-desde-cero-y-trabaja-duro-para-vivir-un-sueño, lo deje, hasta que el otro día vi que en Amazon tenían disponible una versión digital en castellano y como buena persona capaz de tropezar en la misma piedra una y otra vez (soy de un patoso que asusta) lo compré (DE NUEVO). Y me retracto de lo que pensaba.




El libro cuenta muchas cosas de como se trabaja en una revista, de lo que cuesta sacar adelante los proyectos y los editoriales para una revista pequeña y además de un país  aislado geográficamente como es Australia y de la evolución del medio en 30 años. En vez de estar escrito desde el rencor, a Clements se la lee agradecida aunque de vez en cuando clava algún puñal y toda historia ya se sabe, tiene varias versiones (y aún logrando mi simpatía, Vogue Australia es, lo que es, un poco… del montón)  Hay una parte que se me escapa porque en numerosos capítulos hace mención al yugo y a la crítica que ha supuesto para ella otros medios australianos y ahí si se aprecia rencor  y de alguna manera se intenta justificar de algunas portadas y decisiones, todo en un ámbito local.



En particular hay un capítulo que me ha resultado interesante sobre lo bizarra que puede ser la moda. En el año 2003 eran extrañas las ediciones especiales de las revistas ya Clements se le ocurrió la idea de darle el número de Diciembre a Karl Lagerfel para que hiciera de editor invitado y situar en el mapa a Vogue Australia. Lagerfel aceptó y quiso fotografiar a Cate Blanchett, Kylie y Nicole Kidman para el número. Con Kylie y Cate no hubo problema. En cambio con Kidman todo eran peros, por parte de la actriz de su agente, de todos. Clements sabía que Lagerfeld iba a entrevistar a Baz Luzman para el número y le dijo que si por favor podían mediar para conseguir a Nicole. No lo consiguieron, pero allí empezaron las conversaciones para el famoso anuncio del Número 5, que todavía tardó dos años en salir (se conoce que Nicole y su agente son muy difíciles) Karly al final también se desesperó y le propuso a Clements parodiar a Nicole porque recientemente había trabajado con Eva Herzigova y había en ciertas poses que parecía Nicole. De esa conversación salió esta portada de Eva, que parece Nicole adrede para darle en las narices a ella y a sus agentes.



Además se solucionó de paso un tema de portadas ya que tanto los agentes de Nicole como los de Cate habían exigido ser portada si la otra actriz aparecía.

El libro es malo y no pasará a la historia de los libros de moda pero es entretenido y está lleno de chascarrillos para un verano que no llega.




P.D Gema Ward sólo aparece una vez nombrada en todo el libro. Cada día me inquieta más la historia de juguete roto de esta chica


El libro por cierto es "The Vogue Factor" y castellano creo que sólo está en Amazon en formato digital

LA VIDA EN FILTROS

Mi amiga la jipi se ha quitado el Facebook porque la gente es demasiado feliz. Lo que parecía ciencia ficción a principios de siglo es hoy una realidad, vivimos en Second Life.

Hasta lo que sé Second Life fue la primera red social, antes incluso de MySpace. Era una especie de ciudad Sim, una realidad paralela en la que un usuario medio podía llegar a ser una estrella del rock y vestir de Givenchy. Vivir delirios de grandeza a través del modem. ¿Suena?

En la actualidad lo que proyectamos de nosotros en la sociedad digital no es otra cosa que nuestras frustraciones con un filtro valencia, nadie es tan feliz ni tiene una vida tan perfecta. Lo sabemos, pero fastidia que el vecino enseñe esa mesa tan perfecta cuando sabemos que esconde las migas debajo de la alfombra. Nosotros también lo hacemos porque inconscientemente se ha establecido una especie de competición para ver quien tiene la vida más cuqui.

El problema es intentar colocar filtros a la vida analógica. Intentar vivir permanentemente como en un estado chill out de Facebook. A nadie le gusta fracasar, creo que no nos preparan para ello y a nadie y aunque no lo reconozca, fracasar mientras los demás triunfan jode. Contar sólo lo bueno a la gente que te quiere, lo único que trae es más infelicidad porque se entra en una espiral de apariencia/frustración difícil de salir porque al estar tan permanentemente publicados en el fondo nuestras miserias son públicas.

Entiendo a la jipi y su manera de cortar por lo sano, es un gesto y una razón sincera. La vida no es tan permanentemente cool y bohemia. La vida es más bien el filtro en blanco y negro con escala de grises de Instagram. 

Seremos más felices el día que seamos más sinceros con nosotros mismos. Ojalá poder dar a todo y todos la callada por respuesta.


En estos días en que todo el mundo es tan feliz habría que saber como van las ventas de Prozac.



"Coco No. 2" Cate Blanchett por Karl Lagerfeld. Vogue Australia Diciembre 2003

This Mastic Wedding


Tengo muchos guilty pleasures. La mayoría de morro fino y algo señora que diría Mikey Fernández.


Me gustan las crónicas estivales de las fiestas de los Hamptons, los cotilleos de los descendientes del Mayflower, las bodas que se anuncian en el Page Six y las sociedades secretas de la Ivy League. El rancio abolengo de la costa este, Martha Stewart y el programa de Victoria Amory. Y no me avergüenzo, oiga. Hay quien diría que estas son “mis cosas” como si interesarse por temas, digamos, high class te convirtiera en un impedido intelectual. Hay gente que no entiende el enorme placer que produce ser un frívolo consciente, que, en una actitud que podría rozar la soberbia, lleva a mirar por encima del hombro al interlocutor que te considera directamente tonto. Otro guilty pleasure.



Tras una semana pasada de nubes negras sobre mi cabeza, el domingo Instagram me hizo un regalo, el hashtag #thismasticmoment. La boda de Charles Shaffher y Elizabeth Cordry, lo que viene siendo la boda que convierte a Anna Wintour en suegra.

Wintour ha tenido suerte. Sus hijos han salido normales. Dentro de lo normal que uno puede salir siendo de la alta sociedad de Nueva York. Me explico. Su hija Bee Shaffer tenía todas las papeletas para convertirse en una Eugenie Niarchos de la vida, diseñar joyas y vivir entre barcos y estaciones de esquí, es más, mamá cuando ella era aún adolescente lanzó una revista para ella, Teen Vogue. Durante años, los medios europeos la vendieron como si fuera Blair Waldorf, pija y mala en contraposición a su alter ego europeo Julia Restoin Roitfeld, la simpática vecinita de al lado. Mientras a Julia la fuimos leyendo en cientos de entrevistas clónicas, Bee estuvo callada, hasta que un día, tazón de cereales en mano y ante una cámara dijo que ella pasaba de ser editora que quería ser abogada. Un golpe en la mesa y de repente Bee es una productora enganchada a Downton Abbey fan de los Bengals. Adorable.



Por su parte Charles Shaffer nunca ha sido pasto de los medios porque ni tiene la planta de los Niarchos o Valmorbida, ni la actitud de Froilán, es psiquiatra como su padre y lo dicho, perfectamente normal. Y dentro de esa normalidad se ha casado en una boda que mezcla todos mis guilty pleasures americanos. Una boda perfecta, con una chica rubia que nada tiene que ver con otras rubias de Bergdorf muy del estilo de Indre Rockefeller.

En una estética muy parecida al 50 cumpleaños de Hamish Bowles (que no fue a la boda porque estaba invitado a otra) pero sin los disfraces años 20, se desarrolló el enlace, en la finca de Anna Wintour. La novia fue de Oscar de la Renta con un corte clásico, encaje y velo, favorecida y cómoda. Algún día hay que hablar de los vestidos de novia de Oscar. Las damas de honor de Prada, las niñas de las flores de McQueen con bailarinas de Marie Chantal y la suegra de Chanel. De verdad que no puedo pedir más. Felicidad absoluta.

Había un cuarteto de cuerda tocando, un violinista en una casa sobre un árbol, mesas alargadas decoradas con flores que parecían recién cortadas de entre la maleza de la finca y manteles estampados. Un poco decadente, con mucho gusto y nada forzado. La boda que toda maleni desea y por eso llena su día de detalles innecesarios olvidándose muchas veces de lo importante. Aunque se podría pensar que la mano de Anna está detrás de todo esto, que seguro, yo creo que su mano está detrás de la elección de la organizadora.

Había gente de la moda pero no en exceso, una boda muy publicada pero privada que no necesita ni cash ni publicidad. La lista de bodas en Williams Sonoma

y la luna de miel en las Rocosas. Todo normal. Perfectamente normal. Guilty Pleasures




Las fotos son de Instagram. se encuentran buscando #thismasticmoment o #masticinlove.

EL SUEÑO AMERICANO, EL TRAJE NUEVO DE LA PRINCESA

El día de la Proclamación la CNN mater colgaba en su web y por extensión en sus redes sociales, una de las noticias internacionales del día: “Ex reportera de la CNN nueva Reina de España”. El sueño americano lo puede vivir cualquiera. Incluso sin vivir en América. La historia lo tiene todo para ser una TV movie de Antena 3. De las peores, de esas en las que el asesino es el amante y a la protagonista la infecta un virus terminal. De las que enganchan. De aquello de Telecinco, ni hablamos. Por no ser no era ni basura de la buena.


Para bien o para mal Letizia está de moda y de ella habla hasta Suzy Menkes en vogue.es, perdonándole por ser quien es… una víctima de blogueros. A decir verdad no lo dice así claramente, se escuda en lo que fue y es la figura de Lady Di. Supongo que Lady Di marcó un antes y un después en el concepto de princesa y digo supongo porque el fenómeno Di lo viví tardíamente, la Di de Gianni y no la Di de Charles y lo que sé lo sé por lo que he visto oído y leído, pero lo cierto que como dicen Martín Bianchi-Taso y Dipordior, el artículo de Menkes cojea y mucho y entre cal y cal vuelve a meter a los blogueros como causantes de todos los males que sufre la industria: 
“Parte de la culpa de habernos centrado tanto en la ropa, más que de los actos, reside en nosotros, los editores de moda, apresurados en criticar e incitados por una blogosfera de críticos estridentes pegados a un Smartphone”
 olvidándose de que los cuentos y la frivolidades reales existen e interesan desde que existe la realeza porque no hace falta ni tan siquiera nombrar a María Antonieta o Sissi para desmontar el artículo entero. Tampoco hace falta recordar el número de revistas que han vendido las hermanas Grimaldi, ni decir que mi madre no es bloguera pero lee el Hola. Podría aquí escribir sobre Jackie Kennedy o sobre la señora Obama y si tuviera tiempo cuantificar sobre qué se escribe más si sobre los actos políticos de esta última o sobre el último diseñador que se cuelga. En España mucha gente se compró un televisor para ver casar a Fabiola y la red por entonces y la blogosfera mucho más no eran ni tan siquiera un guión en la cabeza de Kubrick.

A Suzy no le gustan(mos) los blogueros. No le gustan nada. Y lo escribe en cuanto tiene ocasión que es a diario, pero en vez de luchar contra el sistema se ha unido a él porque Suzy Menles ya no escribe en papel, escribe en los portales de las diferentes ediciones de Vogue. Hace ya más de un año escribió un gran artículo sobre el circo que se habían convertido lassemanas de la moda que tuvo una gran replica por parte de Leandra Medine. Hay mucho circo, me pareció un gran artículo, también el de Leandra, pero Leandra no es una egobloguer más. Existen diferencias entre las egobloguers, incluso entre las que viven de ellos y no es lo mismo The Man Repeller que The Blonde Salad y todos lo sabemos.

La blogosfera, el ciberespacio y el mundo 2.0 no es más que la sociedad en su conjunto. Si bien hay franjas de edad que están pocos representadas, no es necesario escribir un blog para tener un perfil social o incluso no tener perfil social pero entrar en las versiones digitales de Hola, Marca, El Pais o mira tú por dónde Vogue para leer e informarnos sobre el tema que queramos.

No creo que yo como bloguera o mi madre como señora que compra el Hola, seamos la razón de las operaciones de las princesas, de si se ponen un pamelón brutal o vestidos de Valentino en vez de chándal para ir a un acto oficial. La presión sobre la imagen la tienen ellas y la tenemos todos. No hay más que ver los blogs de muchas egobloguers, chicas normales cuando comenzaron y cinco kilos más delgadas dos años  después.  La culpa la tienen ellos, los medios, la industria de la moda para la que es más fácil de crear y vender prendas para mujeres delgadas y la tenemos la sociedad, pero desde luego no el ansia de cotilleo de la blogosfera. Sobre el traje nuevo del emperador siempre se ha cotilleado.










#laingledecristiano

Desayunarse el lunes con la ingle de Cristiano. Con esta frase se pueden construir muchos titulares para todo tipo de prensa.

Hace poco más de un mes, la directora de moda de Vogue España, Belén Antolín, colgaba en su Instagram una instantánea de CR7 e Irina con Mario Testino y les daba las gracias por el editorial que acababan de fotografiar para Vogue España. Rápidamente,  Carlyne Cerf  de Dudzeele, esa mujer de mediana edad autora de la primera portada de Vogue USA al mando de Anna Wintour, se apresuraba a puntillar: “Styled by moi” que es la manera que tiene de firmar su trabajo en las redes. Acaso la Antolín sin nombrarla daba a entender que el trabajo era suyo, o eso me pareció a mí y a unos cuantos seguidores que la felicitaban y eso le debió de parecer a la propia Carlyne. En general yo soy muy de ver tramas ocultas en los trabajos editoriales y conspiraciones propias del Prêt-à-porter de Robert Altman.


La portada aun habiendo sido fotografiada por el señor Testino es de, digamos poca clase y menos gusto, pero desde que Tom Ford se fue de Gucci, Mario Testino vive más de rentas pasadas que de grandes fotos presentes y Carlyne vive su vida loca vestida de Adidas con bisuta de Chanel y bolsos personalizados de Louise Vuitton, firmando todas las portadas controvertidas de la revista V. Sigue su Cerf style baby. No es la mejor portada de Vogue España pero tampoco es la peor. Tirando de archivo reciente encontramos a Eugenia Martínez de Irujo y a Ronaldo (el Gordo) con aquella novia con la que se casó pero no se llegó a casar en Paris, y cuyo nombre ni recuerdo, ni quiero buscar.

Con este mes de junio, Vogue cierra una trilogía de parejas en portada en 2014: la de los Beckham en Vogue Paris, la de los Kayne en Vogue USA y ahora la de Cristiano y señora en Vogue España. Tres parejas, tres estilos de vida. Tres lujosos estilos de vida. Tres lujosos estilos de vida que al público que cree que no consume moda, al menos no consume la moda de Vogue, le interesa y mucho. Si bien la de los Beckham se aleja del tufo wannabe que tienen las otras dos, fueron ellos los que sentaron precedentes en aquella sesión para L´Uomo Vogue, cuando la señora de Beckham confeso que su marido tenía un tubo de escape de tractor entre las piernas. Marcando clase.  Creo que Condé Nast nos está diciendo que su rumbo está cambiando.

Haciendo una valoración aún más personal del asunto, desde el punto de vista estético y conceptual, a mí la portada no me gusta nada. Aunque la identifique con los valores de marca de los protagonistas y autores, no la idéntifico con los valores de la marca “Vogue”. Han querido crear algo viral de lo que todo el mundo hable para evidentemente captar lectores, buscar un público que nunca pensó que Vogue era su revista y subir las ventas porque saben que el público tradicional de Vogue, en el fondo no les abandonará porque al menos en castellano, no tienen a dónde irse. 

Al mismo tiempo, sin relacionar la foto con la marca Voguees tan loca, tan ególatra, que no puedo por menos de darle un rotundo si. Y más en directo, en el kiosco al lado de las otras revistas de moda: Cristiano en la semana de Champions desnudo, depilado, musculado, marcando ingle y recogiendo el testigo de Anja Rubik en la gala del Met y tapado con Irina que es mero atrezo del protagonista aún saliendo en primer plano, aún saliendo en páginas interiores más desvestida.

Quien crea que es la foto es atroz y lo más choni desde Terelú en Interviú, que corra a páginas interiores a ver a Cristiano en slips y con la camisa abierta abrazado por una Irina semidesnuda con la que tiene cero química. #cerfstylebaby como los jeans y Lacroix de 1988.


LAS JORNADAS DEL MUSEO

Hoy se celebran en el Museo del Traje las IV jornadas de blogs de moda. Esta iniciativa del Museo del Traje me parece muy buena y positiva. Yo intenté ir en el año 2010 cuando todo era más naÏf e inocente pero debido a mi condición provinciana no pude.

Estas jornadas del Museo, son como los congresos nacionales de las profesiones liberales, pero a diferencia de estos me da la sensación que las jornadas de bloguers están demasiado enfocadas a monetizar el asunto. Es muy lícito querer ganar dinero escribiendo un blog, cada uno tiene un blog por un motivo, y mientras no se vulneren los derechos de los demás cada uno puede hacer lo que quiera, pero si el tema a tratar en un blog es la moda, ¿Por qué de lo que menos se habla es de moda?

Cuando voy a algún congreso relacionado con mi profesión, suele haber talleres sobre marketing y rentabilidad para crecer y ganar dinero,  pero la mayor parte del contenido del programa de esas reuniones son ponencias, debates y charlas sobre novedades en relación a mi ámbito profesional y me consta que en otros congresos de otras profesiones sucede lo mismo. Si bien es verdad ser bloguero, de la temática que sea, no es una profesión al uso porque no está reglado legalmente y porque se están desarrollando y compartiendo contenidos en torno a una afición. Aquí no meto a los periodistas que son contratados y escriben en plataformas digitales.

No es lo mismo Business of Fashion, que Vogue o que Modaes o Style Lovely, pero todas tienen en común la moda y de la misma forma ningún bloguero de moda es igual a otro pero todas las corrientes deberían estar representadas para alcanzar relevancia y para ser realmente unas auténticas jornadas de blogs de moda.

Cada vez estoy más segura de que soy una romántica y que somos pocos los que nos tomamos esto como una afición, como una manera de conocer gente interesada en el mismo tema con la que poder comunicarse y de la que poner aprender. Por eso casi no escribo, porque he perdido la ilusión. Ya le pasó antes a otros a Quinqui, a Lucio o a Jamelgo, y no me estoy comparando porque están en otra liga, yo aprendí mucho de ellos.


Claro que sigo viviendo la moda, y leyendo moda e investigando sobre moda. Claro que le doy la vuelta y reflexiono sobre estos temas en mi cabeza, pero al final me da la sensación de que son más los que quieren un bolso gratis que los que queremos debatir sobre si el verdadero éxito de Victoria Beckham  es haberle robado la jefa de taller a Roland Mouret. Y ojo, no es cotilleo, es la portada del segundo número en papel de Business of Fashion.