La importancia de no hacer deporte.

Siempre he considerado que llevaba una vida bastante sana: no fumo, bebo una copa de ciento en viento y estoy en contra de la mayor parte de productos precocinados y procesados. Incluso la salsa de tomate de bote (cosas mías, manías mías).

Pero no. Actualmente dentro de la escala vida sana estoy en nivel Satán y todo porque no hago deporte. Ni lo hago, ni pienso hacerlo. Al menos en los términos actuales de hacer deporte. Esto no significa que no me mueva: camino 45 minutos diarios, uso las escaleras en vez del ascensor, y tengo una bici estática del 89 sobre la que me muevo varias veces a la semana.

Vivimos en la burbuja del deporte. Todo el mundo va al gimnasio o a zumba o a padel y se apuntan a carreras populares. O todo a la vez. No lo crítico, me parece fenomenal que la gente practique deporte. Es más hay a personas, que hasta envido por su fuerza de voluntad pero que no se demonice a las personas que no lo hacemos.

No, no estoy apuntada a un gimnasio. No, no pienso hacerlo. No, no me gustaría, ya lo he probado y no es para mí. No, tampoco zumba. A mí me gusta bailar como a Phoebe correr: estilo libre y además soy descoordinada. Si, ya, sé que me ayudaría a la coordinación pero es que paso de ponerme en evidencia ante una decena de desconocidos, porque si, una vez me tropecé y caí de bruces de un step y desde entonces vivo atemorizada. Vale, puede que el padel me guste, pero no estoy dispuesta a ir a un polígono a jugar un martes de invierno con tres grados sobre cero, prefiero leer el Vogue. No, correr tampoco ¿Qué por qué? Porque Z* me ha dicho que para correr hay que tener menos grasa que un jilguero en un tobillo y creo que es cierto. ¿Senderismo? Si, tengo un pueblo y el novio un campo me gusta dar paseos, si. Ah no, levantarme todos los sábados a las siete de la mañana para ofrecerme a la Virgen del Camino Seco tampoco me va. Prefiero dormir y luego leer el Vogue…

Y así a diario mientras mi interlocutor me mira con pena o con resentimiento por, teóricamente no moverme porque mi bici estática del 89 a efectos del 2014, no cuenta para el nuevo deportista aficionado. Y esto casi me convierte en peor trabajadora, peor hija, novia, amiga  y ser humano. No me sacrifico. No bebo zumos verdes cargados de vitaminas, ni platos híper proteicos bajos engrasas que me ayuden a definir mis músculos por lo que no quiero estar sana. Moriré en un cuerpo flácido y viejo entre terrible sufrimiento.

Pues mira no. Porque si te fijas en los deportistas retirados de cuarenta años están derrotadísimos con lesiones crónicas y bastante arrugados. Es como si yo me dedicará a juzgar a las personas que me rodean por sus hábitos de belleza. Caras sin luz por falta de Vitamina C y llenas de manchas y granos por no usar AHA y BHA y además envejecidas prematuras por exponerse al sol sin protección y olvidarse que hay que limpiarse e hidratarse de día y de noche. Con el poquísimo tiempo que  se tarda en los rituales matutinos y vespertinos, apenas cinco minutos. Que vagos. A más de uno le jodo la vida. Morirás con unos glúteos de acero y sin dolor por la resistencia a las agujetas pero arrugado como una pasa y lleno de manchas.

Menos mal que esto del deporte en una moda como la dieta Dukan. En 2011 si no comías como Dukan te decía no eras nadie y ahora si no haces deporte tampoco. En el medio está la virtud y preveo unos años en los que las farmacéuticas que fabrican antiinflamatorios y los traumatólogos se forraran y yo lo veré desde mi sofá. Flácida. Leyendo el Vogue. 



Songs about Jeans

Me encantaría ser una erudita de la música de esas que colecciona vinilos de grupos de los setenta y se saben quién influyó en que artista que es considerado una influencia para los que lideran hoy las listas de iTunes. Pero no. Yo soy de andar por casa. Y como soy de andar por casa no me avergüenza reconocer que mis tres discos favoritos, a los que vuelvo una y otra vez aunque pasen los años son, y no por este orden: el MTV Unplugged de Bryan Adams, “What´s the story (morning glory)” de Oasis, “Crush” de Bon Jovi y  “Songs about Jane” de Maroon 5. Peor sería que me gustasen las radio fórmulas actuales o el falso indie español tan de masas (españolas) como “El canto del Loco”.


De los cuatro álbumes que he mencionado el que más he escuchado sin lugar a dudas es “Songs about Jane” único CD que tengo de Maroon 5, teniendo por el contrario en mi estantería, la discografia entera de los otros tres artistas. Incluso tengo el Unplugged de Bryan Admas grabado en una cinta de 90 minutos que me niego a tirar porque esa fue mi adolescencia. Ahora con Spotify tienes todo de todos  y cuenta menos porque tener un original de un artista en un soporte físico que no virtual, dice cuanto te gustaba y lo que ha representado en un momento dado.  Y más cuando como a mí, crees que las letras te hablan. Mucho tiempo me habló “Sweetest goodbye” hasta el extremo de colgar la letra traducida en el corcho de mi cuarto. Como el que cuelga un gran poema.  Aunque esta confesión me pone a la altura de los que subrayan frases de Paulo Coelho, o peor, de los que se las creen.


“Songs about Jane” se llama así porque todas las canciones están inspiradas en una novia que tuvo Adam Levine. Recuerdo haber dicho un montón de veces que la tal Jane se merecía al menos un pisito por ello. Sabiendo la historia del título y fijándome en las pintas y maneras  de rompecorazones californiano de serie de la CW de Levine, me imaginaba a Jane como una Kelly Taylor del dos mil  que se tiraba de los pelos todas las noches por haber dejado escapar a semejante hombre. Que será un machista y un chulo (de mierda) pero es uno de esos HOMBRES.

Me equivoque. La ex Jane de Levine,  es Jane Herman Bishop una chica que a priori poco tiene que ver con una Kelly Taylor de la vida o con un Ángel de Victoria´s  Secrets aunque si es una chica de moda. Nacida en Los Ángeles se mudó a Nueva York para estudiar en la universidad (meses antes dejó a Adam y él ese día escribió “This Love”) se convirtió en redactora de Vogue, trabajo que dejó para ser consultora de diseño en GAP. Actualmente es escritora freelance  para vogue.com y el New York Times y es co-fundadora de “Jeanstories”, una especie de Rommy and the bunnies dedicada a los obsesionados por los vaqueros como ella, donde la gente, de moda o no, cuenta sus filias con esta prenda, se cuelgan noticias y se enlaza a tiendas donde puedes comprar las prendas que se ven en las fotos y de las que hablan.


Más cerca de un estilo effortless chic parisino que de un estilo californiano o neoyorkino, nada tiene que ver con las modelos rubias de piernas largas, y lo confieso, he tenido un girl crush  leyendo su entrevista y viendo su casa en Refinery29.

Ahora ya me explico porque mi obsesión por ese disco. No creo que se tire de los pelos por Levine.





Jackie de España

Me ha pedido Raquel que escriba una entrada sobre la escena de costumbrismo decimonónico que ha debido ser el funeral de Boyer. Con sus plañideras y sus gafas oscuras.

A mí esto me ha pillado a contrapelo porque llevo desenganchada de la actualidad toda la semana, tanto que desconozco si Chabeli ha viajado desde Miami o Julio o el Marqués de Griñón han estado apoyando la nueva viuda de España. Pobre Pantoja hasta de ese título la despojan. Voy a tener que enterarme de todo por el “Hola” que viene y ya llevo dos número atrasados que del actual sólo he visto la portada donde sale Clooney con un señor vestido de novia. Un señor muy guapo. Él directamente sufre el “síndrome señora”. Como Brad Pitt. Qué necesidad tendrán. La cirugía estética made in Hollywood  lleva en camino incierto, ellas cada vez más andróginas y ellos hinchados como chochonas. Podríamos decir que no es bonito.

No sé qué me pasa para estar tan desligada a la actualidad quizás algo este cambiando en mi como algo parece que está cambiando en el novio. Aquella pizza del viernes antes de mi cumpleaños a parte de salada llevaba el chip del cambio: yo estoy poco cotilla y el de repente come queso.

Como lo leen, el novio come queso. Y no solo queso, también brócoli y salmón. Estoy empezando a creer que en vez de a USA se ha ido al hogar Tigre a aprender hábitos. Porque además bebe agua. El novio que sólo bebe Coca Cola, esta bebiendo agua en USA el país de la Coca Cola. Resulta que la bebida carbonatada de denominación de origen Atlanta en USA tiene más gas y más azúcar. La Coca Cola yankie no sabe como la ibérica. También porque está viviendo con una familia que no quiere que su hijo se haga adicto a las bebidas gaseosas azucaradas. El novio dice que las Américas me gustarían. También yo creo que las Américas me gustarían. La cultura americana es algo que me fascina porque en Europa no hacemos más que criticarla pero también de adoptarla mientras nos sentimos fascinados por las culturas del lejano oriente en un alarde de esnobismo. Que te guste Asia mola. Criticar a USA mola. Que te guste USA te convierte en un superficial, cuando al fin y al cabo nos quedamos en tópicos ya que el país es todo un continente en sí mismo siendo tanto más poliédrico que la propia Europa.

Volviendo al entierro de Boyer, si no supiera que es de Boyer diría a juzgar por la foto que se trata del funeral de un Rockefeller o un Kennedy. Una vez más simbología americana. En España ya tenemos a nuestra propia Jackie.