La evolución de las especies: Miley Cyrus

Anoche la chica que más molaba de mi twitter line era Ana Ureña porque no sólo tiene un cinturón de Chanel a juego con la gargantilla que llevaba Miley Cyrus sino que además es amiga de una amiga de la estilista de Miley. Dos grados de separación en la vida real. Una pica en Flandes. Simone Harouche, la que hace una década le dio el aspecto dirty a Cristina Aguilera vestida de DSquared y que viendo su instagram una se da cuenta de que sus referentes son Courtney Love y la pretty woman de Julia Roberts.

Independientemente de que mi opinión sobre Miley esté más cerca de lo que han dicho sobre ella Sinéad O'Connor y Annie Lennox y que la considere una mamarracha como la mayor parte de la población que la conoce, el producto Miley es arrollador, digno de estudio desde el punto de vista del marketing.

Probablemente no haya sido suya la idea de contratar Simone Harouche, ni de cortarse el pelo, ni de estar todo el santo día con la lengua fuera (o quizás esto si, quien sabe), ni de contratar a Terry Richardson para que le haga un video que más que provocativo da grima como muchas de las fotos de Richardson que provocan rechazo en el espectador. Tampoco, seguramente haya sido suya la idea de acercarse a Pharrell Williams y a otros productores de rap para quitarse la imagen rosa y frufrú de las princesas Disney. Todo esto ha sido, seguramente, idea de un grupo de directivos de su discográfica, de un manager y de un buen publicista capaz de vender cualquier producto, ya sea un bolso o una cantante.  Este es el punto que critica O’Connor y que Miley o no ha entendendido o no ha querido entender: que está siendo utilizada como ventor, que en verdad no les preocupa su talento y que ha sido ella pero podía haber sido cualquier otra.

Hanna Montana fue un producto de muchísmo éxito para la Disney pero al igual que a los niños de hoy no les interesan mis héroes del ayer y somos veinteañeros los que hemos comprado el último libro de Manolito Gafotas, los fans pre adolescentes de Miley crecieron y dejaron la cursilería de Disney y a sus mini divas para ir a otros productos “más adultos” dejándole a Miley en una transición con una elección complicada: o bien evolucionaba naturalmente hacía las maneras de Taylor Swift (el padre de Miley Cyrus ha sido una estrella bastante relevante del country) o bien se iba al bando de las que más triunfaban globalmente. Swift es conocida en España y en Europa porque vivimos en un mundo demasiado global y todo lo que se fabrica en USA se consumen en Europa, pero mientras Swift en América es una gran estrella en Europa es una más. Dejando a la diva más grande que es Madonna y es inalcanzable y a Beyoncé, porque a Miley ni poniéndole pandero llegaría jamás de los jamases a la jamelga Beyoncé, las divas que más triunfan en nuestros días son Rihanna y Lady Gaga. No sé muy bien si por sus voces y su música y por las performances que las rodean pero son las que más dan que hablar cada día, estén donde están, hagan lo que hagan, canten lo que canten o enseñen lo que enseñen.

En lo que llevamos de 2013 de la señorita Cyrus se habla todos los días, la mayor parte de las veces para criticar su ropa o su falta de ella, sus uñas blancas y largas como su lengua, sus fiestas o sus declaraciones de vergüenza ajena sobre el sexo y las drogas (como las fotos de Richardson)  intenta provocar y a la manera tradicional no lo consigue en el gran público pero quizás sea esto lo que sus ideadores buscan porque el mostrar un pecho o hacer un baile que recuerde al coito ya no escandaliza a nadie, esto ya no es el 2001 y Britney no baila con serpientes al cuello. Que hablen de uno aunque sea mal con la música de Breaking Ball de fondo o un enlace a su video en youtube.






P.D Divas en los EMA


P.D. 2. Ana Ureña tiene también un monedero a juego con el bolso de donde Miley se sacó el porro que se fumó.

P.D 3. Anoche Miley llevaba botas de Tom Ford. Lo dicho, que seguramente Tom se inspiró en Rihanna. 

Dawson, Olsen, J Crew y algo de Prada

Antes del streetstyle la jurisprudencia de lo que se llevaba la marcaban las series de televisión. Los cardados, las hombreras con shorts de talle alto y los bodies de flores de Brenda, Kelly y Donna me pillaron muy pequeña y lo que llevaban en “Al salir de clase” o “Compañeros” no iba conmigo. En materia de ropa mi referente eran las series americanas y de los catorce o quince años hasta los dieciocho a mi me marcó profundamente la única temporada de una serie malísima protagonizada por las gemelas Olsen “Two of a kind” o “Cosas de gemelas”. ¿Qué adolescente a la que le gustara la moda más que a la media de su clase y la televisión no quería vestir como Ashley y Mary Kate? Con sus faldas tubo de satén o lana, las rebequitas, los pantalones piratas y camisetas de rayas y el pelo a media melena con una horquilla o moñitos. Yo lo hice. Lleve años los moñitos, hasta en la universidad debo reconocer sin ninguna vergüenza. No debí ser la única porque en aquellos años vi un especial de E! televisión, que me ha sido imposible encontrar, sobre las Olsen en las que ellas contaban que esa serie fue un fracaso absoluto pero que semanalmente recibían ellas y su estilista de entonces (cuyo nombre también me ha sido imposible encontrar) miles de cartas preguntando de donde eran las faldas de Ash y las camisetas de Mary Kate y unas chaquetas de cuero divinas que recuerdo que tenían. Esas prendas eran de firmas de lujo adaptadas por una modista (nunca fui tonta) y debido al éxito que tuvo su manera de vestir en la serie, que era prácticamente igual que en la vida real, fue lo que llevó a Wall-Mart a firmar un acuerdo con ellas para crear una línea de ropa y complementos infantil. Todo esto lo decían en aquel especial y a mí se me quedó grabado, como tantos otros datos sobre cultura popular que no sirven para nada. Luego vinieron las fotos de paparazzi, el estilo andrajoso deluxe, Elisabeth and James, The Row y el hermano pequeño de Sarko, pero esas son otras historias.


Mi obsesión por la ropa de “Two of a kind” se intercalaba con mi obsesión desmedida por la serie “Dawson crece”. Esta en todos los aspectos. Vivía sin vivir en mi, por el trío amoroso entre Dawson, Pacey y Joey y odiaba a Jen, aunque luego se convirtió en mi favorita. Aunque Joey era un chicazo y en general esos vaqueros enormes me gustaban más bien poco, pero si me encantaban sus jerséis, guantes y gorros y los días que se vestía de chica. Sobre todo los jerséis. Por más que iba yo a Zara, como esos allí no tenían, y luego estaban las camisetas y vestidos de Jen que era la que mejor vestía ¡Venía de Nueva York! Estos años, en los que en La 2 ponían series maravillosas para adolescente como Dawson, Los Rompecorazones o Las chicas Gilmore, la conexión a internet en casa era una utopía por lo que yo de vez en cuando iba a la biblioteca pública a conectarme o una un ciber  y recuerdo una página web de una fan española de “Dawson crece” que hacía un fanzine y colgaba en su rudimentaria web todo lo que encontraba de la serie. Fue leyendo a esta fan donde me enteré que la mayor parte de la ropa que salía en “Dawson crece” las primeras temporadas era de J Crew, una marca desconocida para mí porque aunque yo con dieciséis años ya leía Vogue, J Crew no aparecía (aún) en Vogue, pero desde entonces ese nombre lo asocié a los chicos del arroyo.



Años después me enteré que J Crew fue antes que Dawson y que parte del éxito inicial de esa serie fue porque ese otoño antes de empezar a emitirse la serie los cuatro protagonistas fueron los encargados de posar para el catálogo de J Crew y que la famosa  cabecera de Dawson fue grabada casi a la vez repitiendo fotogramas de las fotos ya que en los noventa los catálogos de J Crew en USA eran tan esperados como en España los de Mango. Una estrategia del creador de la serie Kevin Williamson que tenía muy calados a los adolescentes.


Con el boom de los blogs de streetstyle, empece a ver  estilistas con camisetas de J Crew y jerséis de cashmere pero no fue hasta el año pasado cuando Raquel Gratis Total colgó un enlace de unos zapatos clon de unos Balenciaga del invierno de 2005 cuando surgió el flechazo. El clon era de aquellos zapatos con pulsera que tenían un lazo de cristales de swarovski. Ese día revisé la página de principio a fin, vi que enviaban a España, vi que cobraban tasas de aduana, vi que era carísimo y no compré nada pero desde entonces empecé a visitarles con asiduidad y a ser tentada sin llegar a comprar y como la mayoría de las chicas a sentir fascinación por Jenna Lyons, en mi caso no porque cómo viste sino porque le leí en una entrevista que a ella le gusta tanto la ropa que no puede vestir sólo de J Crew y deja de tener ropa de otros diseñadores. Me pareció sincera.  Finalmente, hace un mes vía TheOutnet llegó mi primera prenda de J Crew, una parka perfecta que no me quito desde entonces que bien la podría llevar una Joey del año 2013 o una Mary Kate.

A día de hoy visito con demasiado frecuencia jcrew.com, esperando que desaparezcan las tasas o un cupón de mucho descuento que las compense para poder comprar, no jerséis o camisetas, sino zapatos. Porque en J Crew no se olvidan de los zapatos de otras temporadas y siguen clonando zapatos que hizo Prada entre los años 2003 y 2004, altos de tacón cuadrado y revestidos de tela. Otra de mis obsesiones cuando aún me peinaba con moñetes pero ya en la universidad.



Las fotos son por orden las gemelas Olsen en la serie "Two of a kind", el catalogo de J Crew que protagonizaron los protas de "Dawson's creek" y los zapatos de J Crew inspirados en las colecciones de Prada del 2004.