Los 50 en 20s de Hamish Bowles




Decía ayer Derek Blasberg en su Instagram que cualquier excusa valía para que Lauren Santodomingo sacara sus pieles. Aunque sea 22 de Junio y la excusa sea una fiesta en Southampton añado yo. Supongo que una de tantas pero no una cualquiera y es que cuando Vogue USA o alguien de Vogue USA hace una fiesta siempre es a lo grande. 



 

La fiesta era por el 50 cumpleaños de Hamish Bowles, estaba inspirada en los años veinte del Gran Gatsby por lo que el dress code era más que obvio. Algo me dice que si Vogue sigue apostando por los años veinte la tendencia no ha hecho más que empezar y eso que una vez estrenada la película yo la creía muerta.


Hamish Bowles es editor internacional at large de Vogue, escribe sobre desfiles, estilo de vida, personajes y todo lo que tenga relación con las cosas bonitas y la elegancia, no en vano es coleccionista de Costura y enamorado de Balenciaga.

Desde hace más de una década forma parte del patronato (por así decirlo) del MET, y a mi particularmente las mesas de su fiesta me ha recordado a las mesas de la inauguración de la exposición de Poiret hace un par de años. 



La vajilla parece de las que Lacroix (él o su difunta casa) diseña para Vista Alegre (creo ver de lejos en alguna foto al señor Lacroix) es informal pero sin nada al azar. La fiesta está llena de detalles sin caer en malenismos y donde según las fotos de Instagram todo el mundo pareció pasarlo bien. Como detalle, la disposición de las mesas, rectangulares, como en la boda de Kate Moss.



Las fotos las he robado del Instagram de Vogue USA.

36 horas en Madrid



El sábado me perdí por Madrid. Sola. Cuando estaba estudiando la especialidad lo único bueno que tenía pasar una semana al mes en Madrid era perderme un rato y trastear. Esa actividad que estoy segura sólo podemos hacer los que vamos a Madrid de visita porque a los que viven allí el metro no les deja.


Hacia un año que no me perdía por Madrid y encontré a la ciudad diferente, por un lado no había obras y por otro me sorprendió ver demasiados locales de estética digamos 'hipster nórdica'. Como siempre a España las corrientes llegan con dos años de retraso. Mucho aspecto industrial, mucha madera clara y mucha pared blanca. Garage por fuera, calidez por dentro. La última vez que estuve en Madrid me sorprendió el número de locales de comida griega y ahora había a un más. Me pregunto si serán locales de inmigrantes, si serán locales de palo y si también por el mundo adelante se están abriendo tiendas gourmet de españoles en las que se venda quesos de tetilla y torrijas para llevar. 

Fui por la zona de Salesas, que es mi zona favorita de Madrid a "El pequeño Bazar" que es el outlet del antiguo Scooter, con la esperanza de que cómo han cerrado Vanessa Bruno, allí me esperara a mi todo el stock. Sólo tenían Isabel Marant a buen precio, pero cero interesante. Vi mucho local 'disponible' por la zona, impensable tener esos locales disponibles hace tres años. Benny Room había cerrado. Nunca fui fan de la tienda, pero es un esquinazo. Había también mucho piso en alquiler. María, mi compañera de máster que había vivido seis años en Madrid, me contó que en esos años las agencias tenían lista de espera de alquiler en la zona de Salesas. Cómo hemos cambiado. 

Visité COS y no encontré nada. Isolee donde me encapriché de unas carpetas tamaño postal que necesitaba en A4 pero que no tenían. Me quedé con la marca “House Doctor DK”. Entré en Petit Bateau, compré camisetas de buen algodón y la chica me dijo que les podía encargar más por mail o por teléfono y que me lo mandaban a casa. Me gustó la idea. Uterqüe de Serrano todo muy señorón, como las madres del barrio de Salamanca. No las que paseaban por allí pero eran oriundas de otros barrios. Las autóctonas. Las que visten como si fueran a montar a caballo. El 80% huelen a rancio. Callejón de Jorge Juan, cuatro locales cerrados unos de ellos. Me dio lástima. Aquella callecita que hace dos años tenía las tiendas más cool (manido concepto) de todo Madrid ahora se alquilaba. Una víctima en tonos pastel de la crisis. Eso si, Federica & Co estaba a rebosar de gente.

Subí a un bus y fui hasta EKS stock por si me volvía a encontrar con ese abrigo negro de Gucci que vendían rebajado la primera vez que fui. De 2500 a 200 euros. Había mucho Tom Ford y mucho Fendi. Entablé conversación con las dependientas, porque amigos, hay dependientas de tiendas de lujo que no muerden, y me dijeron que en agosto se mudaban al local donde tienen Marc by Marc Jacobs. No pregunté más, pero hoy han nombrado directora artística de la firma a Luella Bartley así que no sé si cierran porque no venden lo suficiente como para que haya una tienda entera de la marca o porque reestructuran la firma. Me decanto por la primera opción.

Hice más cosas, pero ya acompañada: Vi a Dalí, comí en Home Burger y La Carmencita, camine por Huertas, por Malasaña y por toda la castellana de Cibeles a Chamartín y vi a Madrid cambiada, sin obras y más limpio, pero también más triste y eso que había salido el primer solo que calienta de la primavera.