El pasado jueves el mi novio
hablaba conmigo por teléfono mientras preparaba la maleta para irse de
vacaciones a su casamadre. Y no sabía cómo trasportar el traje porque yo tenía
su portatrajes con su otro traje. El traje lo quería para la noche de
Nochevieja. Y le llame hortera. Sin pensarlo y desde lo más profundo de mi ser. Y me quede tan a gusto, oiga.
Tras una profunda reflexión el
que un hombre hecho y derecho se ponga traje, por muy guapo que este, que lo
está, para salir en Nochevieja en un pueblo-ciudad de provincias, al mismo bar
adolescente previo pago de 60 euros que te dan acceso a una cantidad ilimitada
de garrafón del Mercadona y un gorro cutre de los chinos, es una horterada. Más
aún cuando ese hombre hecho y derecho sólo se pone traje para las bodas y
fiestas de muy, muy, muy guardar, por muy guapo que esté que lo está, y
teniendo eventos más importantes que la Nochevieja a lo largo del año, que
quizás pudieran necesitar traje y no se lo pone.
La Nochevieja es hortera por
definición y un sinsentido total. Para mi pensar en Nochevieja es imaginar a ellos
de traje mal llevado y ellas de brilli brilli
con peinados imposibles y tacones maripaz, sin ser yo nada de eso. Una
opinión políticamente incorrecta pero que se reafirmó en mi antes de ayer
cuando Cathy de Aragón le dijo a Confuso que la Nochevieja “era más cateta que
Paco Martínez Soria en Williamsburg, y vestirse para ella más”. Yo creo que Martínez
Soria en Williamsburg sería un muso porque podría pasar por icono hipster
perfectamente, más si lleva a su gallina bajo el brazo, pero como símil es
rotundo.
Quien pudiera de verdad ponerse
esmoquin y traje largo para acudir a una fiesta narrada por Fitzgerald y revivir esos días en los que el
sport wear era un concepto diferente y la gente se vestía para el cóctel cada
día. La democratización de la moda ha hecho que las fechas señaladas sean
horteras y predecibles y el buen gusto, que no está ligado al dinero,
desparezca, así como los manuales del buen vestir.
Herí el corazoncito del mi novio
pero no llevará traje. Él y yo perfectamente podríamos ir a un baile en blancoy negro. Pero aún no nos han invitado.
"Before nights falls" Mario Testino. Vogue USA Septiembre 2003