Listas y maletas.

Preparar una maleta no es cosa fácil. Si hago caso al Vogue cuando en su “Summer Issue” recomiendan qué llevar en la maleta de vacaciones, acabaría incompleta y semidesnuda por el mundo adelante. A Saber ejemplos tales como estos: bikinis desparejados (que Lauren Santodomingo suele empaca en su maleta para irse a Cartagena de Indias), un par de camisetas básicas de algodón ecológico, un sombrero de paja, unas sandalias de Ancient Greek Sandals, una joya importante (suelen ilustrar con un collar de Bulgari de esmeraldas y topacios) y un vestido largo “para las noches más glamurosas” (y te cascan una foto de pasarela de Roberto Cavalli) y ya y tan anchos que se quedan oiga. Supongamos que hago caso a su ejemplo de maleta perfecta y me llevo 4 bikinis, 2 camisetas de algodón (normales), un gorro (no tengo borsalinos, ni panameños, ni pamelones), unas romanas, el collar de perlas de mi madre (creo que es la joya más “importante” de mi casa) y un vestido largo; pues me tendría que coger un vuelo, tren, bus o taxi al segundo día porque iría, fuera donde fuese, hecha un Cristo e incumpliendo las leyes de la cordura y no ya del buen vestir, sino del normal vestir. Vamos, que yo para hacer una maleta, me hago antes una lista(s) porque soy una obsesiva y una maniática. Una pequeña aspirante a Mónica Geller.


Yo no valdría para irme de aventurera con una mochila y un par de bragas. Sólo me voy con una mochila y un par de bragas o a mi pueblo o si al pack se le puede sumar una de esas tarjetas Visa súper vip y ya me hago yo la maleta a golpe de compra cuando llegue al destino. Irme a la buena de Dios me produciría ansiedad y no disfrutaría. Lo reconozco. Ya saben los que me visitan que yo de jipi no tengo ni las ganas (porque además ser jipi es más caro, aunque mejor visto, que ser un pequeño burgués)

Así que antes de irme de viaje hago listas primero muy largas y luego las acorto para que no me pase como aquella vez que me iba a llevar lo justo a Canarias y me lleve todo lo que tenía en el armario. De invierno y de verano. En mi defensa, antes de ir a Canarias tenía que pasar una semana en el frio Febrero de Madrid, y me di en liar y liar y casi me mata mi socia a la que recomendé llevarse lo justo, me hizo caso y como dice ella se fue a Canarias a lo pobre: Tres bragas, tres tops y dos vaqueros de quita y pon, se le mancharon ambos dos y no un poco, un mucho y acabo de guarra primero en Canarias y luego en Madrid porque un coche atropelló un charco y el salpicón le tocó a sus vaqueros blancos. Pero mi socia tiene de jipi menos que yo y tiró de tarjeta por Fuencarral y aledaños antes de coger el bus de regreso a Castillas. La excusa perfecta porque ya no necesitaba ropa, el daño estaba hecho, pero se renovó de cara la primavera (ejem). Se me olvidaba decir que también llevaba en la maleta un traje de reina de corazones con peluca decimonónica que sólo se puso una noche y que muy sucio no estaba.

Mañana embarco rumbo a unas no sé si merecidas vacaciones y de momento en mi lista hay: 12 prendas de ropa interior, un pijama, tres bikinis, tres camisetas blancas, dos negras, seis vestidos, dos faldas, un vaquero, una pareo, unas bailarinas, unas cangrejeras, dos toallas , un jersey fino, uno gordo , dos chaquetas y quincalla varia. Más el aseo en formato Low Cost aunque me vaya con Iberia. Lo justo, vaya.

Fair Play


Servidora ha sido acusada por lo largo y ancho de la red de tener abandonada esta su casa. Y es verdad. Y es que servidora está cansada, no de la red que cada día es más interesante, sino de los blogs de moda. Ganas me da de hacer un Lucio Chiné y no volver a escribir nunca o de hacer un Madonna y reinventarme.

Hay días en los que me levanto y me entran ganas de hablar aquí de la prima, de la familia de la prima y de lo que yo pienso de ella pero perdería seguidores (o no). Hay otros días como hoy que me entran ganas de hablar de la buena educación de algunos deportistas como Bolt, parando la entrevista para respetar el momento de una compañera de otro país, el momento de sus honores, himno sonando bandera subiendo, o el de Sandra Izbasa que ayer en la entrega de medallas en salto, siendo ella la ganadora felicitó a sus rivales desde abajo antes de subir al pódium a recibir sus laureles dando una cura de humildad a la estadounidense y el rebote mayúsculo que llevaba en el cuerpo. Esto lo digo yo, que como ustedes saben no podría ser deportista de alto nivel, no por cualidades físicas que me sobran (ejem…, ¡Ja, ja, ja!)  sino porque el concepto Fair Play no va con mi carácter y soy capaz de pasarme insultando al rival un partido de tenis entero y #sufriendocomolasrusas. Y mira que antes de cada competición me mentalizo que no es más que un juego y que desde luego yo ni gano ni pierdo nada, pero luego me meto en el juego (en el que sea, igual me da una final de tenis, que unas pruebas clasificatorias de piragüismo que la final de lanzamiento de martillo) y me sale la McEnroe que llevo dentro y me convierto en una maleducada de tomo y lomo en la intimidad de mi salón, y descargo endorfinas y tensión por la prima y sus amigas. Y relajada que me quedo oiga.

En el fondo tengo muchas cosas que contar porque a mi,  140 caracteres me dan para poco, que soy de entrada larga y lengua afilada. Y eso que tengo temas. Podría hablarles de mi obra que empecé en un piso de alquiler y desde entonces no he parado, del negocio, de lo duro que es ser empresario y que el mundo piense que cagas billetes pero en el fondo cobras menos que tu trabajadora por cuenta ajena, de que quiero muchomuchomucho un vestido de Jil Sander de 2800 euros (por si alguien quiere regalármelo, prometo posar con él), de que he empezado la operación bikini 2013 porque a esta no llego, de los hoteles de Croacia, incluso de mi familia política. De las chorradas de mi padre (que es un filosofo urbano) y de porque en las bodas no se sirve ya comida. Pero con el transcurrir del día mi verbo se relaja y al enfrentarme al folio en blanco (de Word) el tema ha perdido su gracia. Las modas pasan el estilo perdura y ya ni eso.