Pilati y la crónica de una muerte anunciada.

En Octubre de 2004 decía Suzy Menkes a propósito del primer desfile de Stefano Pilati para Yves Saint Laurent, que si tras el paso de Tom Ford por ella con sus penas y glorias y ahora con Pilati, no era hora de que los consultores de la marca definieran los códigos de la firma y elaboraran una estrategia. Lanzaba la pregunta de si tan difícil era ver en un desfile de Yves Saint Laurent sin el maestro, una propuesta centrada en las chaquetas esmoquin y safari dándoles un corte nuevo en telas renovada en lugar de inventar una nueva imagen para “Les Jeunes Filles en Fleurs”.


Ni que decir tiene que a Suzy el primer desfile de Pilati no le gustó nada: “Lo que a priori parecía una buena idea, dar un alma proustiana a la colección, se había convertido en un despropósito de volantes y merengues de gasa (…) Vestidos de cóctel bien acabados en su parte delantera, convertían a las modelos en polluelos en un desfile de Pascua con pompones en los zapatos”. Cathy Horyn y el WWD tampoco fueron muy benevolentes con él.


Crónica de una muerte anunciada


Desde entonces, Pilati ha ido dando palos de ciego y su puesto en YSL ha sido cuestionado todas las temporadas. Si bien es verdad que aupó las ventas y que contaba con el buen ver tanto del maestro como de Pierre Bergé, no conseguía ni números astronómicos (habría que preguntar a esos consultores vendedores de yogures que es un buen número en moda para ellos), ni criticas brillantes á la Prada, ni que las más It murieran por Saint Laurent como lo hacían por Balmain.



Entre 2004 y 2008 aguantó bastante bien ya que el otro foco donde se posaban todos los ojos era Gucci, la otra hija huérfana de Tom Ford, y esta, entre las colecciones copia del maestro bajo el lápiz de Alessandra Facchinetti y ser el libro de inspiración de Blanco y Pinkie tenía bastante y era mucho peor, pero los números eran decentes y las It, musas de todo los choni en versión deluxe muchas veces, ayudaban a disimular el despropósito.

En 2008 se estrenó “The September Issue”. En la primera escena se ve a Anna Wintour en el estudio de Pilati dispuesta a ver las propuestas de este para la nueva temporada de invierno. Empieza mal Pilati cuando comienza disculpándose ante Anna diciendo que esta temporada era dura para él, como si supiera antes de enseñarle nada, que Anna iba a odiar la colección. A pesar de ser una buena colección en cuanto a corte y detalles, era integra negra y Anna pasó de Stefano, hasta el punto de ser descortés, grosera y maleducada. Aunque el montaje final del documental corrió a cargo del director, nada en lo que relaciona a Vogue y Anna es aleatorio y fortuito. Pilati sentenciado y Siena Miler desde entonces, no es ya ni It, ni icono ni nada. No es casualidad.


Proverbial la pregunta lanzada al aire por Menkes en 2004 ¿No hay nadie que reinterprete dignamente la chaqueta? Porque al pensar en la futura estética que el presunto sucesor, Slimane le insuflará a YSL, a todo el mundo viene la cabeza, chaquetas de esmoquin envueltas en minimalismo. Aburrido y actual, pero que bien y cuanto vendería hoy Tom Ford en la casa del maestro, sucedió todo, antes de tiempo.


FOTOS: Diferentes looks icónicos de Tom Ford para YSL publicados en Vogue USA y Paris

EDITADO: Si pincháis antes del entrecomillado de la frase de Suzy, aparece la página donde está su critica de 2004

Zapatos y sueños

Hace ya algún tiempo, en uno de esos maravillosos libros de la editorial Gustavo Gili, leí que las mujeres compran zapatos, bolsos y accesorios para conseguir su sueño.
Me explico. Cada firma de las consideradas “de lujo” o al menos cada firma que (aparentemente) no se dedica a fusilar colecciones, sino que cada temporada “crean” algo nuevo, enfoca todo su marketing en un tipo de mujer. Así no es lo mismo la mujer Prada, que la mujer Gucci o la mujer Oscar de la Renta o la mujer Maje. Si pusiéramos por separado los jerséis, faldas, zapatos y bolsos de cada marca por separado, no tendrían identidad y no serian más que jerséis, faldas, zapatos y bolsos destinados a cualquier mujer, pero, al elaborar un look, esos jerséis, faldas, zapatos y bolsos adquieren identidad y conforman un ideal, de tal manera que una mujer al ver ese look de pasarela (o catálogo) que evoca un tipo de mujer, se siente plasmada en esa chica de la foto y quiere ser ella. La forma más sencilla de ser esa chica sería comprarse esa penda que la chica lleva. En la mayoría de los casos esas prendas son inalcanzables por los precios, pero también porque si esa mujer que ve el look en esa revista se probara ese vestido que le haría ser esa chica, no le quedará como a la chica de la foto y por tanto ya no sería esa chica. Resumiendo las mujeres normales no tenemos el porte de Carmen Kass y el pelo de Giselle… y lo sabemos.
En cambio un pie del 38 siempre será un pie del 38 y esos zapatos de pasarela de un pie del 38 queda igual en Natasha Poly que en cualquier chica. Es por eso que los zapatos y bolsos se convierten en el instrumento que nos ayuda a convertirnos en esa chica, porque no entienden de tallas y kilos y por lo que las mujeres los compramos indiscriminadamente sin necesidad. Y eso independientemente de si queremos ser una chica Prada o entramos por necesidad en Zara. A lo mejor ese día es uno de esos en los que te sientes digamos, hinchada, y con nada te verías bien, salvo con unos zapatos o un bolso y encima la adrenalina se dispara y el humor por estar, digamos, hinchada, mejora, y vuelta al bucle de porqué las mujeres almacenamos zapatos y bolsos sin necesidad, porque todos los caminos llevan a Roma.
Yo soy una de esas chicas. Bueno, yo almaceno de todo, pero eso es por mi vacio emocional, colecciono ropa por no beber.
Ayer, LuciaBe en su blog recomendaba “Las pistas de estilo” de Andrea Amoretti, en una de estas, Andrea dice que todo buen look comienza por los zapatos. Esto yo ya lo he oído mil veces y más cada vez que leo una entrevista con la Taylor Tomasi Hill del momento hace mención a ello y no hay más que ver los inicios de JakandJil para ver que lo mejor de esas editoras son sus zapatos y que todo está construido en torno a ellos. Todos de tacón y aquí es donde yo fallo.
Tengo zapatos de tacón increíblemente preciosos y de los que estoy profundamente enamorada (para los de la generación 2.0: No me pueden gustar más) Zapatos que guardo en sus fundas en sus cajas que a veces abro sólo por el placer de verlos y saber que son míos. Mi sueño. Zapatos que no me pongo por su tacón. Y es que yo con tacones paso más frio. Igual que sin gafas no oigo. También en verano paso más calor.
Yo soy capaz de vestirme increíblemente bien por las mañanas en menos de cinco minutos (aca la APIA) y que no sea perfecto justo porque lo remato o con mis socorridas botas planas en todas sus versiones o mis bailarinas igual de bonitas pero que no son lo mismo que esos tacones que duermen en cajas.
Mi sueño para ser esa chica es acostumbrarme a calzarme a diario sus zapatos, pero es que yo, para bien o para mal soy una chica real.



Mis propios sueños