Star Girl




Como todas las mañanas que me levanto con tiempo, mientras desayuno me paseo virtualmente por la red: mail, redes sociales, blogs, yoox, foro vogue y finalmente thefashionspot.


Saltan mis alarmas. Con Thefashionspot tengo una relación amor/odio. Todas las noticias, todos los rumores y sobre todo, todas las fotos del mundo de la moda están allí colgadas y catalogadas. Pero, por otra parte, es una comunidad cerrada que para poder posterar te exige que respondas, entre otras, a preguntas sobre tu salario anual; son de un extraño puritarismo y sobre todo ombliguistas, más a raíz del artículo que la revista Industrie les ha dedicado en su segundo número o las referencias al foro de Katie Grand en una reciente entrevista.






Cualquier editor, ayudante de estilista, director artístico o primera costurera tienen un tema abierto con su curriculum vitae detallado. Existen temas sobre tiendas, ciudades, arquitectura, escuelas de moda, modelos, revistas y estilo de “estrellas”. A veces esta información es absurda, a veces de gran interés. Te puedes encontrar fotos de facebook de los Casiraghi y cotilleos sobre cualquier socialité. La intención del foro es la belleza y el glamour, por muy patético que estos dos conceptos puedan parecer.





Mi alarma ha saltado cuando esta mañana me he topado allí con un tema sobre Sara Carbonero. Al verlo, pinché sobre él pensando que lo habría abierto una Carboflan (Carboflan= fan española de Sara Carbonero con decenarios en las muñecas), pero no, lo había abierto una chica finlandesa durante el mundial.





Esto es muy fuerte. Esto supera a cuando La Terremoto de Alcorcón vestida con un chándal amarillo a lo Uma en “Kill Bill” comprado en Alcampo, le hizo una performance a Quentin Tarantino en Cannes. El mundo Carbo ha traspasado fronteras. Esta periodista no tiene suficiente con ser la nueva chica Ana Rosa, desbancando a la gran Belén Esteban, esta chica quiere conquistar el Thefashionspot, ¡es la nueva Anna Dello Russo!

Esto ya lo intuía yo cuando Scott Schuman colgó hace dos meses en su blog, a una chica madrileña con un look de clara inspiración Carbonero, con unas horribles botas de pelo, una mini vaquera y un bolso de Loewe.




Sarita, dando las uvas. Sarita hablando de Cristiano y subiendo el pan. Sara de compras con tetas nuevas. Sara de compras dejando Zara de un lado y pasándose a Paul and Joe. Sara de fina que en intento se queda, porque aunque guapísima, es una chica más que no tiene ese aura especial que le haga destacar.





Sara es el nuevo fenómeno sociológico que ha desbancado a la Esteban y odio comparar pero es el mismo producto en otro paquete envuelto en satén rosa en vez de papel de los chinos. Yo ya dije allá por Julio que era una choni (fruto de mi envidia malsana) y ya hay más voces que se levanta gritando lo mismo (bibliografía: Foros Vogue)






¡Ay mi karma como se vuelve negro por mi mal uva!... por no querer que Sara sea feliz con sus tetas y sus bolsas llenas de botas de tacón cual Letizia wannabe. Pero como dice la jipi que el karma me haga lo que quiera, que llevo razón, mientras me conserve la salud y no me vuelva a salir bigote que para eso me estoy pagando el láser.




FOTOGRAFIAS: "Stars girls" Mario Testino
Vogue UK Diciembre 2010
Modelos: Daria Werbowy, Kate Moss, Claudia Schiffer, Natalia Vodianova, Angela Lindvall, Sasha Pivovarova, Carmen Kass, Naomi Campbell, Stella Tennant, Freja Beha Erichsen y Lara Stone.
Igualitas que Carbo

El foulard de Lacroix




La (des)ventaja de ser de provincias es que los precios de las prendas de las tiendas multimarca donde se venden grandes firmas (ejeeeeem), no bajan nunca.
Hay una tienda de una tal Henar que tiene la geta de poner “Saldos al 50%”, a prendas de cuando yo hice selectividad. Se que son de aquel entonces porque en Julio de 2003, cuando me matriculé en la carrera, mi madre me compró en aquella tienda una preciosa falda de vuelo negra. Por aquel entonces ya existía el burro de “Saldos al 50%” con las mismas prenda que hoy. Te puedes encontrar allí bailarinas de Missoni a 200 euros o tops de Miriam Ocáriz a 150 euros. ¡Y con un par, eh! ¡Y sin despeinarse! Mezclados con, como decirlo finamente, prendas multicolores de largos raros de Jocomomola y pantalones vaqueros de tiros y anchuras pasadas de MissSixty (a 70 euros y te lo siguen metiendo como chollazo).


Digo todo esto aunque pretendía hablar de otra cosa, porque estoy cansadísima de las dependientas petardas de estas tiendas que se creen lo más de mambo por trabajar en esas ellas y encima, se creen que saben muchísimo de moda y de tendencias. Estoy hartiiiita de la palabra tendencia, porque cuando una dependienta listilla de estas que te perdonan la vida por entrar en su boutique de grandes firmas, te dice que algo es tendencia esa tendencia murió hace dos años. Esas miradas desafiantes, esas sonrisillas de medio lado complacientes que insinúa “Compra, compra, que se que no tienes dinero para pagarlo”



¡Y tu que sabrás! La última vez que entre en la tienda de la tal Henar, fue la única vez que me hicieron la ola por entrar. Entre adrede. Entre adrede porque me terminaba yo de comprar una bailarinas de Missoni y pensé “Vamos a darnos un garbeo a ver que pasa”. Y lo que pasó fue que al entrar a la dependienta flipada que se cree dueña, se le hizo el culo Pepsi creyendo que compraría. Si, la muy idiota que me había tratado de pobre cateta durante siete años de repente me trataba como si fuera su mejor amiga. Tras toquetear todas las prendas de grandes firmas y no probarme nada me suelta: “Me encantan tus bailarinas, son de temporada ¿te las cogiste en la tienda de arriba?” a lo cual yo le dije: “No, no me las he cogido en la tienda de arriba, me las he comprado por internet por un tercio de lo que vosotras las vendéis porque son de hace dos temporadas”. Y me fui. Y no volví. Si, lo hice por aparentar totalmente, ¿y? (hoy voy de chula, ya me darñan en la cara con la amno vuelta)



Efectivamente ellas, en la tienda de arriba, las vendían a casi 300 euros y a mi me costaron 71 euros (6 euros de gastos de envío).
Lo mismo sucede con un foulard de seda de Lacroix que venden en una tienda vecina. Lleva allí cuatro años a 285 euros y nunca baja de precio. Y es maravilloso. Y es carísimo. Así que como, por motivos varios vuelvo a estar “ahorrando” (ver entrada de Junio de 2009) me he dedicado a buscar foulares de Lacroix a precios razonables. Continúo con la búsqueda…



En mi búsqueda, he encontrado un millón de fotos y bocetos de vestidos y objetos diseñados por él. Vestidos maravillosos y pinturas que son mejores que muchas obras de arte moderno. Es una pena que por culpa del dinero, de las ventas y de demás parafernalia, se siga subvencionando talentos cuestionables como el de Alexander Wang y el de Lacroix haya caído en el olvido.








La primera foto que ilustra esta entrada es él previo a un desfile en el año 1992, el resto son bocetos e ilustraciones para libros y exposiciones. Por cierto que el boceto del traje negro sobre una maniquí pelirroja es Sonia Rykiel, se lo dibujó e hizo realidad para el desfile-homenaje de la diseñadora.

Rebuscando en su mundo mágico bizarro me he topado con mucho arte hecho tela. De todos, me quedo con este del invierno de 2008.

UNA NUEVA ERA


Como tuiteaba Anna Dello Russo, “es el fin de una era”.


La partida de Carine Roitfeld de Vogue Paris, ya sea por voluntad propia o por voluntad invitada, es un cambio de rumbo en el negocio de la moda que tiene más implicaturas de las que en un principio se creía.
Nada más conocer la noticia y colgarla malamente en el blog, Alphonse muy intuitivamente, me comentaba que más que un adiós voluntario era un adiós obligado.


Carine llegó a Vogue Paris en 2001, pero no fue hasta aproximadamente finales de 2005 cuando el fenómeno explotó. Aparecieron los blogs e internet hizo visibles, reconocibles e identificables caras desconocidas de la moda. Desde las modelos de relleno en pasarelas y editoriales, hasta diseñadores no-estrella. Pasando por fotógrafos, dueños de conglomerados de lujo y como no, responsables de revistas: editoras y estilistas.



Nosotros creamos al monstruo, ellos lo alimentaron y ahora ha explotado. A diciembre de 2010, cualquier ayudante de fotografía mediocre tiene un tema abierto en TheFashionSpot.


“Si algo nos gusta es porque ellos lo han elegido y fotografiado como un sueño”
debimos pensar por aquel entonces. La necesidad de ser el más moderno hizo el resto. Internet, la separación de seis grados entre unos y otros ha hecho que aquello que solo era sabido por los que estaban dentro sea a día de hoy público para cualquiera.

Durante los 90 casi nadie que compraba una revista, sabía cómo se llamaba su directora, a menos que lo leyera en los créditos, es más, le importaba muy poco. Se creía que las modelos que desfilaban para una determinada firma, eran elegidas por su diseñador. Russell Marsh no había nacido. Sólo los muy, muy profesionales en moda sabían que las mismas editoras, eran las verdaderas musas y que esas editoras no se dedicaban sólo a conjuntar prendas, sino que participaban en el proceso creativo. Era un mundo más inocente.

Pero Él lo cambio todo. Él, Tom, que no era diseñador, era director creativo. No dibujaba, dirigía. Como si fuera un presidente de gobierno de un país poderoso se rodeaba de asesores. Y Él, Tom, que pretendía vender sexo porque olió antes que nadie que era lo que la sociedad demandaba, sabía a quién tenía que llamar para transformar sus visiones en imágenes reales: a Mario Testino.
Cuando Testino comenzó a fotografiar las campañas de Gucci, no era un novato. No hacían falta ordenadores e internet para que cualquier amante de la moda sin recursos supiera quién era. En el 95, Mario Testino ya era un habitual en todas las ediciones de Vogue, pero dónde sus imágenes alcanzaban un alto voltaje con un punto punk y mucha sofisticación era en “The Face” y en “Glamour” francés dónde trabajaba con una modelo reconvertida a estilista llamada Carine Roitfeld.

Tom les llamó y entre los tres crearon la estética más reconocida, copiada y deseada del cambio de milenio. Carine se convirtió en su musa. A finales de los 90, Carine dejo las revistas de vanguardia y segunda fila para juagar en la liga de los campeones: Vogue USA.
La tecnología puso cara a la musa de Tom, a la mujer en la que se fijaba para vestir a las demás mujeres. Si ellas ansiaban Gucci por lo que su mujer ofrecía, Carine era quien lo tenía.
Carine era chic, era francesa, era misteriosa, era una musa y nadie mejor que ella para revivir el “allure” de Vogue Paris, muy muerto hace diez años. La Roitfeld trasladó la estética Gucci a una publicación de primer nivel. La forma de vender moda de la revista, era totalmente innovadora. Consiguió que lo que antes estaba sólo destinado a revistas “underground” , valiera para una revista de gran tirada y sobre todo para desear y vender muchos productos de lujo.


Quien se crea que los bolsos de Balenciaga se empezaron a vender porque Kate Moss se colgó uno del brazo, se equivoca.
Las primeras en lucirlos fueron las chicas de Carine. Si, Carine, que odia los bolsos, Emmanuel, que antes muerta que femenina, Marie Amelié y Julia, fueron las primeras en recibir el hoy, icónico bolso. Las primeras en colgárselo del brazo para pasear por la Rue Saint-Honoré y Vogue Paris la primera revista en utilizarlo. Se cree que fueron ellas las que olieron el talento de Ghesquière, pero no, fue Ghesquière el que las utilizó a ellas.

Durante los primeros cinco años de Carine al frente de Vogue Paris, Balenciaga aparecía en todos los editoriales y era Balenciaga la firma que deseaban todas las editoras de todas las revistas.

Haciendo memoria, Carine y sus chicas sentaron las bases de la estética del nuevo milenio mucho antes de que se les fuera de las manos con el rollo voguette: La firma más deseada y que cambió la estética de la moda fue Gucci. Carine era musa de Tom. El nombre más innovador que creaba en un mundo donde las copias y las inspiraciones en otras épocas comenzaban a intuirse, era el de Nicolás Ghesquière. Marie Amelie Sauve colocaba mes tras mes creaciones de Nicolás en Vogue Paris, fotografiadas por los mismos chicos que hacían las campañas de Balenciaga: Inez Van Lamsweerde & Vinoodh Matadin, el penúltimo talento de principios del siglo XXI. En las calles, las chaquetas tipo Tweed de Chanel y las perlas falsas comenzarón a utilizarse con vaqueros. La primera en llevarlos y la ideadora de aquello, fue Emmanuel Alt, mano derecha de Carine desde los tiempos de “20 ans” que, curiosamente, antes de Balmain, era la principal estilista de Chanel. Los 80 volvieron Gianni revivió durante un soplo y ella, la musa, fue la primera en llevar “Versace Vintage”.

Todo esto antes de 2005. Pero ese año, nació el Sartorio, comenzaron los blogs y ellas de repente tenían cara. Eran las más guays del patio y todos queríamos ser ellas. El monstro alcanzó la mayoría de edad. La portada más esperada de cada mes era la de Vogue Paris porque modelo que salía, modelo que se encumbraba. No hacía falta pisar Nueva York ni pasar por el ojo de Wintour. Anna ya no utilizaba modelos en portada. Lo mismo pasaba con los diseñadores, hacía ya un lustro que Galiano estaba en Dior. Si eras estadounidense debías llamar a las puertas de Times Squared y utilizar el color. Si eras europeo podías ser gótico y hacer Givenchy Alta Costura. Poder bipolar y pedimos el “bob” de la reina
La misma red que encumbró a la Roitfeld por simpática, tachó de mojigata insoportable a Wintour.
Fuimos todos los que pedimos la cabeza de Wintour, por rancia y por usar a demasiadas celebrities en sus números. Gustaba y mucho el “eau” de Vogue Paris.
En cada país hay cabeceras que venden más que Vogue
pero lo que te encumbra es salir en Vogue, pero al final lo que cantan son los números y eso se traduce en ventas.

Más sabe de todas formas, el diablo por viejo, que por diablo. A Anna poco le importa salir en portadas de revista. Poco le importa que la odien y le tengan miedo. Y poco le importa que le critiquen su uso continuado del mismo par de Manolos. Ella está para vender ropa. Por eso en sus editoriales de primavera hay flores y color rosa. La publicidad es la que paga la revista, su sueldo y la que da ganancias. Que las cifras de LVMH y PPR suban a ella le interesa porque los almacenes que las venden en USA también aumentan sus ganancias. Anna tiene muy claro que ella y su revista son el mediador entre las firmas y el público.
A una mujer de 50 años de clase media, trabajadora y con tres niños, no le puedes colocar una foto en blanco y negro de una rubia escuálida con cara tapada y un mono de Martin Margiela enseñando una teta. Porque esa mujer deja la revista en la estantería y se lleva a su casa esa revista donde una jovial chica luce un traje de falda abullonada de Oscar de la Renta con complementos de Prada. No se puede permitir el look completo, pero coge esa idea y la hace realidad acorde a sus posibilidades para la boda de su hermana, y quizás algún día, con la extraordinaria de Navidad se compre esos zapatos, que si, son muy altos pero tienen pinta de ser suaves y cuando su hija cumpla 15 los podrá llevar.

Estamos en crisis y hay que vender lo poco que se pueda. Mientras Vogue USA plantea iniciativas como la “Fashion Night Out” para fomentar el consumo, Vogue Paris muestra mes tras mes mucho cuerpo y poca ropa y así, no se vende porque el mercado de la carne está prohibido.
La marcha de Carine es un golpe en la mesa para demostrar quién manda. Hace ya año y medio que Vogue Paris fue vetado en los desfiles de Balenciaga y que la ropa de la firma no aparece en la revista. Se dice que fue a causa de una abrigo, pero Marie Amelie hace tiempo que no pisa la redacción del Vogue parisino y David Sims ha sido sustituido por Meisel en las campañas de Ghesquière. Balenciaga es una firma pequeña pero vive bajo el respaldo de grupo Gucci que aglomera muchas, muchas, muchas firmas que nutren de publicidad todas las revistas de moda del mundo. La mitad de esas revistas pertenecen al grupo editorial Condé Nast. Una lucha de titanes. A todos les interesa vender, pero está claro que sin anuncios no hay revista.
El último rumor apunta además a que el grupo LVMH le pidió a Carine el número de Diciembre, y esta, hizo oídos sordos y se lo dio a Tom Ford. Una llamadita de
Bernard Arnault a Jonathan Newhouse. Un últimatum. “O Carine o LVMH” y Carine se va.No se puede ser la mejor estilista y la más querida por el público. No se puede creer que eso te hará estar por encima del bien y del mal. Porque al final solo cuentan los negocios.
Cómo si se tratara de “Diablo viste de Prada”, Miranda gana por saber detrás de lo que se anda.En términos estéticos Carine ha hecho muchísimo por la moda en los últimos diez años, la he hecho evolucionar mientras otros se quedaban estancados pero al final, el no ser una mujer de negocios le ha hecho caer. Balmain está de moda pero no conozco a nadie que se lo pueda comprar. Vogue París es un deseo que sale caro y no vende ejemplares y eso en tiempos de crisis no es rentable.
Voy a echar de menos a Carine porque soy víctima de ella, porque la adoro, a ella y a su entorno y porque para mí es un icono vivo y si ella decide fundar una revista y llevarse a las feas de Alt y Saglio, yo la compraré y la coleccionare, pero yo, que soy una mujer joven soltera que me gusta muchísimo la moda y que distingo en Zara cada colección copiada. Pero, no ya mi madre, si no mis amigas que pertenecen al mismo grupo generacional que yo, no lo harán y les dará igual y cuando para tomar un avión se tengan que comprar una revista, se compraran Glamour que es un sueño más alcanzable.


FOTOS
"Séville en mantille" por Mario Testino
Estilista, Carine Roitfeld. Vogue Paris 1995

CARINNE ROITFELD DEJA VOGUE PARIS

Hace tiempo que no escribo. Estoy perpleja.

Carinne lo deja.

El fin de la era voguette.

¿Alt? ¿Virgine?

Seguiremos informando

DOS REYES EN NUEVA YORK

Ayer noche. Volvió la ilusión
... Rafa Nadal.

... Marc Jacobs.

CONTRAPROGRAMACIÓN: LANVIN SE VENDE


Saltaron las alarmas. Un Bottega de mercadillo o un CH de copia autorizada. -“Los suecos pierden fuelle”- pensé yo.


Bottega Veneta, el Hermes italiano, no es una firma tan consolidada como Jimmy Choo, como para que fashionistas de todo el mundo se tiren de los pelos, por una réplica en el mejor poli piel del famoso trenzado. Y a su diseñador… a Tomas Meier… bueno, estoy segura que si hago una encuesta como mejor respuesta obtendré “político alemán”.
Carolina Herrera hubiera sido otra cosa, al menos en Estados Unidos y España. Aquí pijas y chonis por igual, se hubieran tirado a las puertas de todos los H&M patrios para hacerse con un trocito de ese mundo de logotipo de Hamptons que es Carolina Herrera NY. Pero siendo realistas, en el resto del globo, la gran dama Herrera, tiene poco tirón.
Contraprogramación. Del día 9 al día 2. Un rumor poco creíble, pero muy deseable… demasiado para ser cierto… real: LANVIN LOVES H&M.

Se colapsa la red. Los blogs no dan abasto. En los foros más prestigiosos (y rancios) se celebra con champan y se empiezan a tachar los días en el calendario.

Lo reconozco, ayer cuando lo leí se me hizo un nudo en el estomago y la alegría invadió mi cuerpo. Desde que Albert Elbaz diseña para Lanvin, la ha convertido en el oscuro objeto de deseo. Más que cualquier otra firma. Más que Chanel. Más que Dior. Más que Gucci. O al menos, comparable al Gucci de Tom Ford.

Vestidos drapeados. Vestidos asimétricos. Vestidos de tablas. Vestidos joya. Inspirados en el ballet. Sastrería muy cuidada. Americanas desestructuradas. Tops con lazada sin rematar o rematados en gasa. Bailarinas y stilettos, bisutería bizarra, el bolso “Happy”, tocados y concesiones a lo naïf: bocetos infantiles, abanicos…


Caro. Ligeramente desorbitado. No en vano Elbaz es uno de los creadores de la Demi-Couture.
Todo un golpe de efecto de los suecos. Me como mis palabras.
En el año 2004, antes de la crisis, cuando el precio de los bolsos se empezó a disparar y cuando cualquier diseñador emergente salía al mercado con vestidos a 1000 euros. Cuando la moda se empezó a consumir al minuto, cuando las campañas de verano se empezaron a filtrar en Noviembre y cuando todos los diseñadores comenzaron a tener nombre y cara; H&M dio al mundo uno de esos golpes de efecto que cambian el rumbo de la historia. Como el día que Chanel creó el LBD. Algo reproducible y perfecto que da muchos beneficios: Karl Lagerfeld diseñador de la mas prestigiosa maison de moda diseñaría una mini colección para H&M. O traducido al cerebro del consumidor medio: Chanel a precios del Zara sueco.
El resto, es historia sabida y las colaboraciones, tanto para H&M como para Target, como para Modas Pacheco, son conocidas por todos.
El caso, es que nadie, salvo Karl, que lo hizo a modo de excentricidad, decían la verdad. Cada diseñador que colabora con una firma low cost, cuenta la misma historia: que no pretenden hacer una versión de sus prendas más vendidas en versión barata, si no democratizar el lujo y acercarse al pueblo para que este conozca su firma y dar una visión de mayor calidad a la ropa barata.

Gran pedorreta sonora. Todos, absolutamente todos, han hecho una copia de si mismos como si fueran Zara. Porque Zara aunque no hace colaboraciones es el que mejor y en mayor calidad copia. Y todos lo han hecho por dinero. Cuando lo hizo Stella Mc Cartney, lo hizo porque el grupo Gucci le dio un ultimátum, porque esa ropa que creaba, que de aquella era horrible, no se vendía y sólo daba perdidas. Así que Stella para hacerse visible colaboro con H&M y empezó a vender. No su firma, si no su diversificación, lencería, ropa deportiva…
Viktor y Rolf lo hicieron porque sólo los conocían los conservadores de museo. Williamson porque es aún una firma independiente. Dinero, sólo y todo dinero.
Y sería muy sensato que dijeran que lo hacen por dinero. Querer ganar dinero no es malo, es más, todos queremos ganar dinero.

Por entonces, Albert Elbaz, un señor que me cae muy simpático, dijo a “El País Semanal” que él no se vendía y que veía ridículo hacer ropa de lujo en versión low cost porque nunca podría ser ropa de lujo, ya que se sacrificaban materiales y detalles y que él no estaba dispuesto a sacrificar eso, que para eso ya estaban las copias que otras firmas hacían de sus vestidos. También comentó que la base de Lanvin estaba en los vestidos, que era con lo que soñaban las mujeres y que el accesorio en Lanvin estaba al servicio del vestido y no para aumentar los beneficios.
Año 2010. Si miras en cualquier web que venda Lanvin lo que más encuentras son bailarinas a 400 euro, el bolso “Happy” en todas sus versiones, desde la de 600 euros hasta la de 2000 y bisutería carísima. Y ahora la colaboración con H&M.


A mi modo de ver, desde la de Lagerfeld o Cavalli, esta es la más importante de todas. Dara mucho que hablar y las ventas de H&M, en crisis se dispararan. No por la venta de las prendas de Elbaz en sí, si no porque a la que vas, te das una vueltecilla por el H&M y algo más caerá.

Ayer, en uno de los mejores blogs de Moda de esta país, “Delitos y Faldas” de la periodista Eugenia de la Torriente, surgía un debate entre, el Sr Q y otros bloggers que realmente saben de moda, sobre si esta colaboración es positiva o negativa y si el lujo es democrático.
El lujo es como la envidia. La envidia por definición no es sana y el lujo no es democrático, ni debe serlo porque pierde la esencia de su definición. El lujo, como dice el Sr Q, no es una necesidad básica como el agua o la luz, el lujo es un sueño, es inaccesible, lo que lo convierte en ansiado y deseado. ç
Y estas colaboraciones son raras, porque habrá mucho ignorante que quiere creerse que esa prenda que se lleva es un Lanvin o un Cavalli, pero no, no lo es, es de H&M, es una copia hecha por el autor, es mentira. Y el comprador aunque quiera creerse el sueño, en su fuero interno no reconocido, sabe que no es auténtico. O al menos debería saberlo.
Yo tengo ropa de colaboraciones de H&M y también tengo alguna prenda de firma. Y mis prendas de colaboración no son para mí tan auténticas como las otras, son jerséis, pañuelos y abrigos de H&M. Pero conmigo, los suecos, consiguen lo que buscan. H&M no me gusta, no me gusta nada. Me parece ropa de un patronaje muy cutre que le falta algo y de malísima calidad. Por ese precio me quedo con Zara, que como he dicho, copia con muchísima clase y elegancia (entiéndaseme esto último), pero con cada colaboración corro a por un trozo de mentira a 20 euros y entro en la tienda, que de otra forma nunca lo haría.

No sé si me gusta o no que Lanvin colabore con H&M. Sé que escudriñare la colección, sé que me compraré algún vestido, se que a los dos días lo consideraré falso y seguiré ahorrando para el día que me pueda comprar el original, el exclusivo, el que no tienen casi nadie. También se que me duele que Elbaz o los dueños de Lanvin se vendan a esto, porque los números cantan y no les hace falta, ni por dinero, ni por excentricidad, ni por conocimiento, Lanvin vende por si sola a cualquier precio.