BE IN VOGUE: PETER LINDBERGH



Steven Meisel es “El Padrino”, el “modelmaker”; niña desnutrida que toca, nueva it model efimera que rozará la gloria durante un año para volver a ser una cara anodina antes de cumplir la veintena. Él creó a las supermodelos, a aquel ramillete de chicas que lo hacían todo, cuyo nombre no necesitaba apellido y cuya imagen ensombrecía a la propia imagen de las firmas que representaban.


Lo curioso es, que la imagen más icónica de estas niñas, señoras ya por derecho própio, no la captó el objetivo de Meisel, sino la Nikon de Peter Lindbergh.
Cambió de década. Enero de 1990. Portada del Vogue Británico. Allí estaban Tatjana, Cindy, Naomi, Christy y Linda, en blanco y negro. El nuevo icono de la modernidad.
Un año más tarde, si en aquella portada salían sólo cinco, el editorial “Wilde Heart” consiguió reunirlas a todas: Claudia, Naomi, Linda, Cindy, Helena, Christy, Tatjana y Stephanie, en cuero negro. Inmortales. Para siempre
.



Otra medalla de oro que se le cuelga a Steven pero que en realidad es del señor Lindbergh, es el caso de Sasha Pivovarova. Mucho antes de que la primera campaña de Prada protagonizada por Sasha fuera fotografiada, Lindbergh utilizó dos veces consecutivas a la desconocida rusa para dos editoriales en Vogue Italia y Número, la campaña llegó justo después.






Peter Lindbergh es conocido como el poeta del glamur, pero para mi es el maestro del blanco y negro y el rey del desierto. La naturaleza muerta, es un escenario recurrente donde retratar delicadas imágenes llenas de fragilidad, tristeza y misterio, pero llenas de sentimiento, llenas de vida.







Nació en Alemania en 1994, y descubrió la fotografía tarde, a los 27 años. En 1973 comenzó como asistente del fotógrafo Hans Lux durante dos años, tras los cuales se independizó y empezó a trabajar por su cuenta, pero no fue hasta 1978 cuando publico sus primeras fotografías en la revista “Stern”. La publicación de aquella serie de fotografías, hizo mudar a Lindbergh de su Alemania natal a Paris, donde ha residido hasta la actualidad.





No voy a decir que ha trabajado para todas las revistas de prestigio, ni para todas las marcas que se precie. Ni nombraré a la cantidad de gente que ha retratado, ni los nombres de las chicas cuya belleza ha plasmado en papel. Ni sus libros publicados, ni premios ganados. Ni sus colaboraciones con Pirelli. Porque su poesía, la fragilidad de sus imágenes valen más que mis letras que nunca, por muy redichas que sean, alcanzarán su belleza.




Lindbergh se convirtió en mi favorito a partir de un documental sobre él. Vi como trabajaba, como utilizaba los escenarios. Le mostraron a él en su medio y sus imágenes. Y me cautivo. Bucee en la red y llegue hasta sus recientes editoriales con Jessica Stam, que por entonces era pelirroja y de mis favoritas. Las imágenes de un editorial de Stam y Lindbergh para Número estuvieron colgadas de las paredes de mi cuarto un año.





Soy egocéntrica, me creo que las letras de las canciones hablan sobre mi y que el mundo y el destino me manda mensajes subliminales. Las fotos de Lindbergh me cautivaron precisamente por eso, porque siento empatía por sus heroínas y musas y me veo reflejada en ellas. Quiero creer que las imágenes de mujeres que toma son yo. Me veo reflejada en esa fragilidad, en esa melancolía. Son reales.



Tienen vida, y eso es porque muestra defectos, porque utiliza muy poco el photoshop. Él para camuflar utiliza carretes en blanco y negro. Eso, en los tiempos que corren, donde Linda Evangelista es más joven que en 1990, es de agradecer.



No se si será el mejor, pero es mi número uno, mi favorito, el señor Peter Lindbergh.


P.D. Lindbergh, que se rodea de belleza, cuyas imágenes no son nada underground, que trabajó más que nadie en la época del “heroin chic”, fue el que mandó a la-que-no-trabaja-por-guapa Judith Mascó de regreso a Barcelona a anunciar donuts… sin comentarios.
P.D 2. Resulta que es el aniversario de Vogue Alemania y han hecho tres números para celebrarlo. Tres número enormes. Uno elaborado por Karl, otro por Weber y otro por Lindbergh. Dos de tres de mis favoritos… y yo sin saber alemán, ni cual me compraré

LA IMPORTANCIA DE SER UN CHULO


JA*: “ ¿… y están buenos?” 
W*: “¿? Que se yo… ¿por?”
JA*: “Porque si son feos da igual donde nos pongamos, lo importante es el sonido… ahora si son guapos, hay que coger buen sitio, no voy a perder un día de estudiar en valde”
W* - tecleando en google “Vetusta Morla -: “psss cuatro si; dos no”
JA*: “Vale… vale… eso es importante”

Lo sé, estoy pesada. Pero sinceramente no me apetece escribir sobre las revistas de Septiembre porque Cocaine Katie es protagonista de todas y en las que no, sale Lady-no-sin-mis-bragas-es-más-sólo-llevo-bragas-Gaga; mucho menos sobre las campañas de otoño, porque son todas una porquería que me aburre, ni sobre la Fashion Night Out, que desde aquí preconizo será un desastre y si no al tiempo; ni sobre lo soberbia que estuvo la Wintour en el show de Letterman. Tampoco sobre La Esteban (y mira que soy fans) porque para eso ya está el “Sálvame Diario”. Así que me voy a dedicar a hablar de chulos.


Sinceramente. No sé desde que punto tratar este tema, si con retranca festiva (para chula yo) o sociológico intimista. Tengo para todo y puedo darle a cualquier palo. Para chula yo.


El otro día decía, que la tendencia era “volver a los orígenes”. Que no lo digo yo que lo dice mi jipi. Y fíjate tu por cuanto, ella lleva de regreso a la gruta año y medio, y es esta temporada cuando Miuccia Prada se saca de la manga un desfile inspiradas en épocas de antaño, donde el más hombre, era el que la falda le permitía mostrar más pelo. Lo que yo digo: una creadora de tendencias nata.


Decía yo también, pero todo en boca de mi jipi, que yo soy una víctima de la moda y por tanto no tengo criterio, que pasada cierta edad mental te empieza a gustar los hombres de verdad, con pelo y sin pamplinas. Con pelo, sin pamplinas y mucha chulería. De esos que ya existían en las épocas que han inspirado a Miu. Sin evolución. Simplismo puro. Simplismo sin género.


Todo, porque como llevo sosteniendo desde que empecé este blog, las chicas somos tontas de base. En el tráiler de “¿Qué les pasa a los hombres?” la frase reclamo es: “Si no te llama, si no se acuesta contigo, es que no le interesas”. Ya sólo por la frase, he declarado a esta película de interés científico sociológico. Pero me he asegurado. El director es un hombre. Por lo que no es una peli sesgada por la visión enredada de dobles sentidos femenina. No. Es pensamiento masculino. Es simplista.


Rechazo y chulo van parejos. El niño bueno no rechaza porque es un caballero y no hiere nunca a una dama… aunque no le interese. El niño bueno es perfecto porque es empático. Y llama y se preocupa. Y aunque no tenga interés amatorio, sus principios le impiden pasar de una chica. Pero el mundo está lleno de chicos demasiado buenos que carecen de interés, no ya amatorio, sino sexual para el género femenino y todo porque no tienen chulería. Lo dicho las chicas somos tontas. Tontas y simples (por eso Miuccia Prada propone una colección inspirada en antaño: porque estamos en crisis y asi vende más).


El porqué un chulo triunfa. El porqué un chico tiene que ser un chulo es bien sencillo. Irracionalmente la chulería lleva pareja confianza y seguridad en uno mismo y eso, es lo que más le pone a una chica. Es por eso por lo que la señorita Jones prefiere a Hugh Grant en lugar de a Colin Firth o porque triunfan Dylan y Peacy más que Brandon o Dawson. Y el porqué Alfie, a pesar de estar quedándose calvo, se las lleva a todas.


Pero no se equivoquen caballeros que toda arma tiene un doble filo y si no va parejo a la inteligencia, se queda en patetismo que sólo triunfa con las que aún más patéticas.


El Santo Grial del Juego del Amor está en que a las chicas nos gusta que nos hagan buscar el azúcar fuera, que nos hagan comer chocolate.



Es por eso que las mejores baladas de amor las escribe Dylan y no Carlos Baute.

“Cuando llores al amanecer
Y no haya quien te pueda consolar
Te abrazaré hasta la eternidad
Y te haré sentir mi amor”
Bob Dylan.


FOTOS: Chulos favoritos y la campaña Otoño/Invierno 01 de Miu Miu por Steven Meisel.