DILEMA

Tengo un problema. Un problemon. Un problema de los gordos. Tiene solución, pero para mi, ahora, es un gran problema. He perdido el rimel. Si, no tengo rimel. Ha desaparecido. Para cualquiera eso no es un problema. Para mi si. No se salir a la calle sin rimel. No se. Prefiero salir desnuda que sin rimel. Café, bragas limpias y rimel es lo que necesito por las mañanas. Todo lo demás es prescindible (hasta la ducha), pero el rimel no.

Es mi vicio. No bebo. No fumo. No me drogo. Para vivir sólo necesito café y rimel. Es mi droga. Si a una isla desierta sólo pudiera llevarme tres cosas, una, sería el rimel. Tu puedes pensar “Pues es la cosa más superfula y menos vital del mundo”. Pues no. ¿Y si por mi isla aparece Jack Sparrow? Vale, la respuesta es que ÉL me dejaría el suyo…
Bueno, si aparece Jack Sparrow o Tom Hanks, que no está mi situación personal como para hacerle ascos a ningún naufrago.

Se supone que el perder un rimel tiene solución, (a no ser que lo pierdas en la isla desierta donde te lo has llevado. Porque estoy mal de la cabeza. Pero no tanto. Mis tres objetos de supervivencia no serían tres botes de rimel. Con uno me llega. Los otros dos serían unas bragas y café) te compras otro. Si, pero yo mañana tengo que estudiar. En la biblio. Y no voy a dejar de ir a la biblio y estudiar y echar a perder mi futuro por un bote de rimel. Pero claro, no puedo ir a la biblio SIN rimel (por si me encuentro a Jack Sparrow entre otras cosas…)

Total, un movidon. Un dilema moral sólo equiparable a las cuestiones del bien y del mal.

INANIMADOS LLENOS DE VIDA

"As time goes by" Brian Ferry 


A raíz de una historia de tijeras, de tijeras rojas, desde hace algún tiempo vengo pensando en mis objetos feticheEsos pequeños tesoros que guardo, algunos desde hace décadas y otros desde a penas unos meses, pero a los cuales estoy unida de una manera física y emocional. Puedo entender, dentro de mi raciocinio personal, porqué algunos tienen un significado tan prioritario para mi, pero por el contrario, otros son incomprensiblemente importante.
Supongo que el más importante de todos, por el que estoy obligada a empezar y al que todos los que me conocen desde que leía Teo me asocian, es my Baby Fever. Mi Baby Feber, es el mítico muñeco de la casa Feber. Objetivamente es feo e incluso puede dar algo de miedo. Tiene el cuerpo blando, las extremidades de plástico y el cabello rojizo. No tiene nombre, es “Babi Fever”. Me lo trajo un paje de Sus Majestades un 5 de Enero de, creo recordar, 1989. Un día antes de lo previsto, porque según me dejaron escrito en una carta que aún conservo “Mañana es un día de mucho trabajo y como has sido una niña muy buena te visitamos una noche antes”. Aquella fue la primera noche que dormí con él y aunque deje de hacerlo cuando comencé secundaria (no por nada, sino porque mi cama era muy pequeña para dos, aunque el segundo de abordo fuera un muñeco y se me caía todas las noches despertándome…) cuando tengo el espíritu intranquilo y acudo al refugio paterno buscando consuelo duerme conmigo porque me hace sentir mejor. Cuando tenía seis años, me acompaño a vivir a la cuenca minera y adquirió un aspecto negruzco y sucio, momento en el que fue bautizado como “El Minero” y así se ha quedado. A la Universidad no vino conmigo, pero en cuanto me haga mayor de verdad (aún soy una pequeña niña) tendrá un lugar en mi casa.
Pero mi Baby Fever, es muy obvio y no es un fetiche. La mayoría de las personas que conozco tienen un juguete del alma. En cambio Stephanie, mi oso sacapuntas, si es un fetiche.
Stephanie ha estado en la balda de mi cuarto desde siempre. No se en que momento apareció en mi vida. No se vivir sin ella. Aparte de afilar los lápices mejor que cualquier sacapuntas del mundo, es un oso la mar de salaó. A veces, he creído haberlo perdido, y la sensación que en ese momento se ha apoderado de mi estomago, es indescriptible.
En relación a objetos de escritorio, conservo una regla fina cuadrada garabateada con nombres de grupos musicales que me une a las personas que me la firmaron. Al principio era una regla pulcra, sin borrajos y sin garabatos, pero un buen día mi compañero de delante (hoy amigo y casualidades del destino, algo parecido a un músico), decidió que sería estupendo dejar plasmado sus gustos musicales en mi pluscuamperfecta regla. Con mi consabido enfado. Con su consabida bronca. Aquello abrió la caja de Pandora y en días sucesivos se lleno de “Oasis”, “Brian Adams” e incluso “Estopa” (si, con la de “Estopa” me sigo hablando, y hasta la quiero). Hoy da un poco de asquito y no queda bien sacarla para hacer Cefalometrias. Me da igual. Es mi regla y no la discrimino.
Con 13 años, compré a un niño de 7, un cromo de Morientes y por aquel entonces, una que era buena amiga mía por entonces, robó para mi una pegatina del Madrid, de una camiseta del primer equipo en la planta de deportes del Corte Inglés. Ambos trozos de papel plastificado siguen en mi cartera, que no es la misma, pero han sobrevivido a todas las carteras. Están rotos por las esquinas, Morientes ya no juega en el Madrid y de la ladrona no se nada, pero soy incapaz de sacarlos de ahí.
De todos modos, yo soy muy de papeles. En casa paterna guardo en una enorme caja de zapatos forrada por mi, papelitos, dibujos y demás historietas de mi época escolar. Uno de mis mayores tesoros son los dibujos que me hacían personas que venían a clase conmigo, tengo Picachus, grafitis, escudos del Madrid personalizados (de la ladrona del Corty), comics, collages… al lado de nombres de chicos que nos gustaban a mis amigas y a mi y cartas (reivindico la carta, volvamos a la carta, muerte al mail, pero que no me quiten el Tuenti!). Cartas con letra infantil, llenas de historias infantiles, que se me de memoria por la cantidad de veces que reabro la caja y disfruto de los tesoros que en ella guardo.
También tengo en una enorme carpeta naranja, lo que yo llamo “Mis recortes de inspiración”. Son páginas arrancadas de revistas con entrevistas a gente, con fotos de desfiles, campañas de publicidad, imágenes que me sobrecogen, papeles con canciones que me gustan, etiquetas de vestidos pasados, carteles pequeños de películas y montones de fotos de los que para mi son  momentos históricos. Viven conmigo. Sobreviven al devenir de mis mudanzas. Recurro a ellas una y otra vez. A veces forman mosaicos, bajo el cristal de mi mesa de estudio adolescente, en el interior de mi armario, detrás de las puestas… y forman parte de lo que soy, de lo que me gusta, en lo que me estoy convirtiendo. Esa carpeta está completada con mis cuadernos de escribir que son libretas que siempre van conmigo y en las que garabateo pensamientos, frases célebres y reflexiones inconexas. Con la modernidad de los tiempos, este blog también es un complemento de mi carpeta naranja, el seno de mis voces.
Y ayer, me he dado cuenta de que en los últimos meses he sumado a la lista un nuevo objeto fetiche. Es un gorila morado. Un regalo Kinder. Lo metí en el bolsillo de mi pijama de prácticas el primer día, y de ahí no se ha movido, salvo cuando he lavado mi pijama, pero tras plancharlo lo primero que he hecho, ha sido meter en el bolsillo el dichoso gorila. Me he dado cuenta porque estaba preparando mi pijama, lo he planchado y he metido el gorila, que cuando no está en el bolsillo azul del pijama, está en la caja de las gafas, que en realidad es un estuche porque la caja la perdí…
Antes de meterlo en el bolsillo, lo he relacionado con la historia de las tijeras rojas y con mi larga lista de objetos que conforman mi vida. Un gorila que ha adquirido estatus.
Quizás todo esto no sean más que amuletos que algún día tiraré u olvidaré. Pero a día de hoy son mis posesiones más preciadas.

COSAS DE MODA

"Caring Is Creepy" The Shins
"One day I'll be wondering how
I got so old just wondering how
I never got cold wearing nothing in the snow"

Trasteando entre lo nuevo, me he encontrado con la campaña de Valentino firmada por Peter Lindbergh.
Hasta ahora no lo había mencionado pero Lindbergh es mi fotógrafo favorito. El maestro del blanco y negro. El rey del desierto. Cada una de sus imágenes, es poesía pura. Aunque los personajes que inmortaliza estén quietos, la imagen no es estática y se mueve lenta y armónicamente. Sus fotos tiene un aura triste. Desprenden tranquilidad, serenidad, calma.
Me gusta Lindbergh porque me veo reflejada en sus heroínas de apariencia frágil
.
La campaña de Valentino, cuenta una historia, un idilio con una ciudad, Paris que se convierte en una secundaria de lujo. En tonos grises y pastel como la mayoría de las fotos de Lindbergh, las imágenes desprenden un romanticismo alejado de lo cursi, un contradictorio frío lleno de calidez. Si las miras detenidamente, incluso escuchas una música suave que envuelve a los protagonistas.
Es mi nueva inspiración porque me veo reflejada en Angela Lindvall (salvando las distancias). Si tuviera que ponerle imagen a mi mundo interior, sin duda sería ella, vestida de muselina rosa y un abrigo de lana fría negro, el pelo mal recogido que recuerda que todavía tiene algo de niña y una expresión feliz con una base de eterna melancolía. Sin duda Lindvall en Valentino es mi alter ego. Por supuesto con banda sonora, incomprensiblemente las imágenes me incitan a escuchar la música de la película “Algo en Común”.



... Y mi alter ego...

A LA FOLIE






El sábado próximo tengo una boda. Y estoy contenta. Si, estoy contenta.
Estoy cansada de oír a la gente que las bodas es un instrumento para sacar dinero, para obtener beneficios fiscales. Un numerito sin sentido, un día de disfraz en el que todo el mundo finge ser feliz. Derroche de sonrisas postizas y falsedad a raudales. Celebración efímera de un amor rápido que probablemente se agote pronto.


Paparruchas. No digo que todo eso no sea verdad. No digo que las bodas no sean un gran negocio. No digo que se armen auténticos circos en torno a los sentimientos. No digo que no se utilice como arma, para demostrar poder y supremacía. El mayor acto de derroche.


Vivo en un momento de mi vida que me quedo con lo básico, con lo bonito y sólo quiero ver lo bueno de todo, porque el mundo es gris y está lleno de dolor y de tristeza. Prefiero no pensar en intenciones ocultas. Prefiero pensar que el hombre es bueno por naturaleza. Sufrimiento y amargura el justo. Ahorra quilos de prozac. Mejor ver el vaso lleno, los aspectos positivos de todos los actos, de todas las persona, de todos los sentimientos y de, incluso, todos los malos augurios que el caminar por la vida nos trae en la cotidianidad de nuestros actos y decisiones.
Prefiero sonreír porque como me dijeron una vez “ nunca sabes quien puede enamorarse de tu sonrisa”.




Por eso estoy contenta. En mi mundo interior, en mi momento idealista e iluso de la vida, lo veo como una celebración del amor. Oxitocina a raudales. Un amor entre dos personas que lo comparten con quien más quieren. Porque hay tantos tipos de amor como personas en la vida de un individuo. No se ama igual a nadie. Se puede querer a diferentes personas a la vez, y como dice la canción no estar loco. Más que un problema, es un algo por el que ser más feliz. Amas. Sientes. Eres humano. Eres vulnerable.


Lo considero además un acto de valentía. La media naranja no existe. Hace muchos años, cuando deje de leer Celia que no sueño princesas, y mucho menos con caballeros azules. Sería triste que existiera una única mitad por humano, porque, si sólo hubiera una persona para cada uno, si sólo una pieza del gran puzzle que es la humanidad encajara con nosotros ¿qué pasa si está en nuestras antípodas y jamás se cruza en nuestro camino? ¿Viviríamos amargados sin conocer el pleno amor? Esa sería una de las mayores crueldades. Por eso estoy convencida de que cada uno, tiene muchos. Decidirte por uno, en un determinado momento, sellándolo con un pacto públicamente, es toda una heroicidad.




No soy romántica. Sólo en las canciones, que en el fondo enfrascan sentimientos y los venden al mejor postor. No veo la vida de color de rosa. Pasional porque siento todo, lo bueno y lo malo, de manera torrencial, primitiva. A lo bruto. Pero tan pasional en un instante, tan racional para siempre.

Dos de los míos dan el paso y yo, feliz por ellos. ENHORABUENA.





"Pardon the way that i stare
There's nothing else to compare
The sight of you leaves me weak
There are no words left to speak
So if you feel like i feel
Please let me know that it's real
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you"

Craig McDean by "A la Folie"

SOÑANDO ORO, VIVIENDO LATÓN




“Boulevard of broken dreams” Green Day
“I'm walking down the line

That divides me somewhere in my mind
On the border line
Of the edge and where I walk alone
Read between the lines
What's fucked up and everything's alright
Check my vital signs
To know I'm still alive and I walk alone”


Mis sueños extraños continúan protagonizando mis noches. Tras el capitulo de esta noche y sin relación alguna con él. Al menos aparente. Al menos que yo la vea. Al menos que yo la sienta. Me he despertado pensando en mi poema favorito. Es de William Yeats:



“Si yo tuviera telas bordadas de sueñotejidas con oro, con plata y con luz,trasparentes telas de un azul sereno.De noches, de luces y de amaneceres,a tus pies pondría todos mis tesoros,pero en mi pobreza poseo tan sólo,los sueños que a tus pies extiendo.Pisa suavemente, que pisas mis sueños"

NO QUIERO SALVARME...

"How to save a life" The Fray

"... Between the lines of fear and blame
You begin to wonder why you came..."

... pues eso

BATIBURRILLLO INCOMPRENSIBLE

"Coma Black" Marilyn Manson

"My mouth was a crib and it was growing lies
I didn't know what love was on that day
my heart's a tiny bloodclot
I picked at it
it never heals it never goes away"


Mi cabeza esta en orden. Siempre lo ha estado. Cuando la ordeno me gusta desordenarla porque me gusta mas mi mundo. No quiero orden. Quiero desorden. No quiero ver claridad. Siempre la veo. Incluso en medio de la confusión la veo. Siempre se la verdad. Las voces hablan. Yo se quien lleva la razón  Siempre lo se. Quiero desorden y confusión.



ENAMORADA

Odio Madrid. Se que sorprende esta afirmacición porque a mi me encanta(ba) Madrid. Odio Madrid.

El domingo, mi madre vino a mi piso de ciudad de provincias a dormir porque pretendía acompañarme a esa ciudad que me encanta(ba).
El problema no era dormir, que a parte de un maravilloso sofá-cama, la mía propia cama es de 1,35. Adoro rozando la locura mi cama de 1’35. En este país todo el mundo debería tener derecho, al menos durante una semana en su vida, a una cama de 1’35 para si sólo. Educación, sanidad y cama de 1’35 gratis nada más nacer. Adoro rozando la locura mi cama de 1’35. Puedo dormir vertical, casi horizontal, en diagonal y hacer la croqueta tantas veces como me de la gana…sin caerme. Adoro rozando la locura mi cama de 1’35. El problema era dormir con mi madre.
Yo para dormir soy buenísima. Mira que soy una plasta para cientos de cosas, pero para compartir cama soy lo mejor. No importa el tamaño de la cama. Incluso si es de 90. Yo antes de ir a dormir bebo agua y hago pis. Luego me dejas en un rinconcito de la cama, y ni me meneo. Quietecita, quietecita. No me destapo, ni me tapo. No me levanto a nada y si me aburro (tengo un poco de insomnio) no molesto.
Mi madre no. Mi madre que durmió conmigo, me doy la noche. Según ella, para no molestarme dando la luz si tenía que ir al baño, dejo la persiana subida. Yo la única condición que pongo para dormir con alguien es, a oscuras total, porque sino, no lo cojo (el sueño digo). Mal empezamos.
La luz no la dio, pero si dió mil vueltas (porque “la cama esta dura y la almohada baja”), suspiro porque está menopáusica y tan pronto tiene frío como se asa de calor y echa la sábana para encima de una como si una no sintiera los 35ºC de temperatura que había. Se levanto. Dos veces. Una a beber agua. Otra a mear el agua. Y yo digo: ella fue la que me enseño la que hay que hacerlo todo antes de ir a dormir…para no molestar. Me pregunto la hora. ME PREGUNTO LA HORA. ¡Cuando ya había conseguido dormirme!

A las 6 a.m sonó el despertador. Mis ojeras colgaban hasta el pómulo.
Con ojeras hasta el pómulo, el rimel corrido, el vestido arrugado y el moño mal hecho, llegue a Madrid. La sensación de haber dormido acompañada la daba, pero no con mi madre.
Yo a Madrid iba a colegiarme. En realidad colegiarme era la excusa porque a mi me encanta(ba) Madrid. A veces parece que he nacido con una flor en el culo y para encontrar sitios que sólo he visto en mapas de Google soy buenísima (como para dormir) y el colegio lo encontré a la primera.
La mujer encargada de colegiarme se parecía peligrosamente a la directora de mi residencia. Nada más verla la odie. En cuanto me sonrió falsamente y me llamo “querida” quise huir Serrano abajo. Sin perder su sonrisa me hizo dudar de las razones por las que me estaba colegiando, me llamo inepta o lo intentó, escudriño minuciosamente mi expediente (momento en el cual me dieron ganas de decirle “tía, para poner ciertas caras te esperas a que salga”) pero eso si, fue ella misma la que me acompaño hasta la puerta para despedirse con un “Bienvenida”. Entonces no quise huir Serrano abajo. Entonces me quede petrificada en el rellano esperando que me dijera cuando empezábamos las convivencias.

A mi me encanta(ba) Madrid. Sobretodo pasear por Madrid. Tras colegiarme, Serrano abajo, sin huir, por placer y luego a comer.
Fuimos al Fast Good de Juan Bravo. A mi me encanta(ba) el Fast Good, hasta ayer, que mientras comía en silencio me fije en todos los ejecutivos alineados que comían a mi alrededor; y esa comida que siempre me había parecido sana, comenzó a parecerme plástico de McDonal’s. Yo quería ir a Cervantes a comer tortilla rellena.


Salimos de allí y como mi madre viene de un pueblo con caca de oveja y mujeres que segan a hoz y yo de la capi de dicho pueblo, pues nos fuimos a la Puerta del Sol, que es donde van todos los de pueblo, a ver el cartel de “Tío Pepe”, los vendedores de “La Farola”, las putas de la Montera, los carteristas y el agujero de metro, que con amor Espe está construyendo.

Yo que me creo que tengo mundo, ir a la Puerta del Sol lo asocio con darme un garbeo por la Fnac a comprarme Vogue Paris y toquetear el resto. Que yo soy mucho de hablar pero cuando llega el momento en el que me puedo comprar una revista de las que me gustan de verdad, miro el precio, guardo la cartera, cojo el Vogue Paris y tan feliz.
Pues bien llego yo a la Fnac y cual es mi sorpresa que ya no venden prensa. En la Fnac no venden prensa. NO VENDEN PRENSA. Odio Madrid. Con el ardor de los mil soles que me estaban evaporando a las cuatro de la tarde, odio Madrid.En ese momento el resto de novedades literarias y audiovisuales que la Fnac ofrece me la soplaban. Salí de allí y en el quiosco de al lado pedí Vogue Paris. El quiosquero me miró y seguro que pensó “Si quieres Vogue Paris te vas a Paris, yo aquí sólo ofrezco calidad tipo Cuore”. No Vogue Paris. Odio Madrid.

Para mal de males, pasar el calor y como venimos de provincias, pues nos fuimos a los almacenes Corti, que es una horterada, una paletada, cansa y pone de mala leche.Nada podía ir peor. No había dormido. No Vogue Paris. Almacenes Corti… una pesadilla.

Siguiendo mis pies me planté en Velazquez. Mi madre, que a veces me lee la mente, me miró y me dijo que ya era tarde. Y es verdad era tarde. Lo decía porque se veía claramente que yo quería ir a Ekseption. No por la ropa, que también, y no porque pueda comprar, a lo sumo un barra de labios, que si me quito de comer dos o tres años a lo mejor de rebajas me puedo pillar una camiseta blanca, sino por el negro de Ekseption. El negro de Ekseption es el padre de todos los dependientes. Alto, cachas, moreno (más bien negro), gafitas metálicas e irresistiblemente encantador. Probablemente sea gay. Probablemente si no, tenga novia y sea un creído cabrón. No me importa, ambas cosas aumentan el “allure” del negro de Ekseption. A mi me gustan más bien de tez blanca de base y tirando a falso flacucho, pero el negro de Ekseption rompe todas mis reglas, mueve, mejor remueve mis voces interiores.Al ser tarde no iba a poder ver al negro de Ekseption pero cual fue mi sorpresa que estaba en la puerta de la tienda fumándose un cigarro. Me acerque al escaparate como si lo expuesto fuera la mayor obra de arte de este siglo, y así era, el negro de Ekseption.

Cansada, arrastrando mis pies estábamos madre y yo en el metro y empecé a pensar que en realidad ya no me encanta(ba) Madrid, que es más, la estaba empezando a ver como la ven todos.
Andando solas por esos túneles comenzó a sonar una música. Era una versión de una canción muy famosa, pero no me salía el nombre y eso es algo que me pone muy nerviosa. Al final caí, era “How deep is your love?” la tocaba un viejecito cubano que parecía sacado del Buena Vista Club Social. Era uno de esos momentos que sabes que son mágicos. Un momento de inflexión. Apareció un chico y me cruce con su mirada y me sonrió (eh! Todavía soy visible).
Quizás mi amor por Madrid no era tan profundo. Quizás mi cariño superficial por la ciudad donde he vivido cinco años sea amor profundo.

Muy tarde arribé a mi casa de provincias que esta al pie de la iluminada catedral, sola y cansada. Me eche en mi cama de 1’35 pensando que estaba enamorada. Para darme cuenta empezaba a odiar a mi chica ideal.

INTROSPECCION EN EL YO SOÑADOR

En función de a quien preguntes, si a un psicólogo, psiquiatra, a un “coach” o al charlatán de turno que esté de moda, cada uno de ellos dará una definición de la palabra “sueño”. En base a la ciencia donde se cimienten sus conocimientos y teorías aplicables, para cada uno de ellos los sueños tendrán un significado diferente y llevarán parejos connotaciones distintas.
En general amalgamando todo, los sueños son representaciones visuales de nuestro mundo interno que se producen mientras se duerme. La cuestión es que significan esas representaciones y cual es su mecanismo de producción. No me refiero al absurdo significado que adivinos y magos le dan a soñar con determinados elementos, sino a la base real y científica de los mismos.


Si es verdad que los sueños son miedos, frustraciones, anhelos e incluso avisos del cuerpo, un análisis minucioso e exhaustivo de los mismos pude conducirnos a una verdad desconocida sobre nuestra propia vida.
No estoy de acuerdo. Creo firmemente, que todos nos conocemos mejor de lo que creemos y que en nuestro fuero interno poseemos las respuestas a todas las preguntas a cerca de nuestra propia vida. Lo que pasa es que es el miedo a que no nos guste la respuesta, lo que frena e impide investigar. El ignorante es más feliz. Vive el día a día sin incomodarle a la angustia del conocimiento.

Hace unos años, escuche a un hombre que se dio cuenta que llevaba algún tiempo soñando lo mismo. No es que cada noche tuviera el mismo sueño, sino que aunque diferentes, todos tenían un matiz similar: el hombre o no tenía piernas o las perdía. Al cabo de los meses tuvo un accidente de tráfico y se quedó parapléjico.
Para el rollo paranormal en todas sus ramas, soy un poco incrédula. Sostengo que todo en esta vida y en el universo tiene una base demostrable, aunque el hombre no haya llegado aún a dicha demostración. Pero también es cierto (y está demostrado) que el hombre no utiliza al 100% su capacidad cerebral, así que puede que las personas que utilicen un porcentaje mayor que el de la media, posean capacidades subdesarrolladas en los demás.

Desde hace mes y medio tengo sueños en los que cambian los secundarios, pero los actores principales son siempre los mismos. La temática es cambiante pero se repite un esquema general. Pasa algo bueno, que me gusta y aún durmiendo creo que esta pasando en realidad. Luego algo malo, que me angustia, pero me doy cuenta de que todo es un sueño, me tranquilizo y empiezo a disfrutar del sueño aunque roce la pesadilla. Incluso me sucede algo curioso, soy capaz de despertarme pero seguir el sueño donde lo deje.
Siempre me despierto definitivamente en un momento de los angustiosos, pero aún así, me levanto tranquila y en paz.

He comenzado a apuntar al levantarme el sueño de cada noche por si me sucede como al hombre parapléjico, aunque yo tengo desarrollada mi capacidad cerebral lo que la media.

No se si son mi cuerpo e inconsciente que me intentan avisar de algo, pero ya he perdido el miedo y estoy dispuesta a escuchar todo lo que me tengan que decir. Ya sea bueno. O malo.