UN LADO SALVAJEMENTE POP

"Canción: “Wake me up before you go go” Wham!. De cuando George Michael proclamaba a los cuatro vientos que era hetero.

Parafraseando a DJ de Padres Forzosos: “Siempre sospeche de él, cuando la longitud de sus pendientes era mayor que la de los mios”"

Ayer tuve un día sublime. No sólo porque recibí una llamada de RV que llevaba casi un mes por los campos de Europa sin a penas poder lavarse el pelo y comiendo queso sin pensar en el componente calórico del mismo, (ambas cosas increíbles en RV) sino porque me salí en mi último “Concierto cepillo de rulo en mano”.

Un “Concierto cepillo de rulo en mano” es un mix de mis momentos flash. Un momento flash es aquel en el que alguien de mi entorno, sin ser yo consciente (porque sino, no) me pilla haciendo un playback de una canción pop. Dándolo todo. Entregada al máximo. Es que a mi, a veces se me va la cabeza, me creo que estoy sola (aunque este en mitad de la calle rodeada de gente), me invade un espíritu diva del pop, que me transforma en Shakira e incluso en la mismísima Madonna (que le pregunten a MG que ya me ha cazaó dos veces)

Cuando salgo, precisamente no destaco por ser la más bailonga del grupo, soy normalita, discretita; pero cuando estoy a solas en casa, soy capaz de hacer temblar los cimientos del edificio. Varía con el grado de motivación.


Ayer yo estaba muy motivada. Así que dispuesta, con una bragas de pata, una camiseta de tirantes, descalza y con una pinza en la cabeza (para darme un aspecto cómodo a lo Kylie Minoge cuando cantaba “I’m so lucky”); agarre mi cepillo de rulo dispuesta a dar mi mejor recital. Y lo conseguí.
Comencé como hago siempre con “Sleeping in my car” de Roxette. “Sleeping in my car” es una canción que siempre he querido cantarle a un chico, pero nunca se ha presentado la ocasión.
Después seguí con “Vogue” de Madonna, pero no entera. A mi, sólo me gusta la segunda estrofa cuando dice:

“It makes no difference if you're black or white; If you're a boy or a girl; If the music's pumping it will give you new life. You're a superstar, yes, that's what you are”
Y también, por supuesto, la tercera estrofa, cuando hace un repaso por todas las personas que tienen una actitud “Vogue”:

“Greta Garbo, and Monroe
Deitrich and DiMaggio
Marlon Brando, Jimmy Dean
On the cover of a magazine
Grace Kelly; Harlow, Jean
Picture of a beauty queen
Gene Kelly, Fred Astaire
Ginger Rodgers, dance on airT
hey had style, they had grace
Rita Hayworth gave good face
Lauren, Katherine, Lana
tooBette Davis, we love you
Ladies with an attitude
Fellows that were in the mood
Don't just stand there, let's get to it
Strike a pose, there's nothing to it
Vogue, vogue”

Al final hago un pose, y no espero a que la canción termine, que para eso el concierto es mío y yo soy mi único público.

A estas dos les siguió “Bitch” de Meredith Brooks, “Ladies Night” pero la versión de Atomic Kitten que está mucho más azucarada.
Hice un homenaje a las banda prefabricadas con “Venus” de Bananarama, “Who do you think you are?” de Spice Girls (por cierto mis primeros “Conciertos cepillo de rulo en mano” eran íntegros de canciones de las Spice…siempre terminaba con “Wannabe”) y la versión de “Lady Marmelade” de All Saints. Las bandas prefabricadas no serían lo mismo sin Take That y BSB, así que en mi salón también sonó “Sure” (no tenía yo cuerpo para BSB)

Para subir la temperatura de mi concierto y continuando la estela Take That, Robbie Williams y su “Let me entertain you”. Y si de chicos malos hablamos “Kiss” de Prince y “Fly away” Lenny Kravitz.

Giro de 180º . Kylie con la explicita “In your eyes”. Digo explicita porque:

“It's in your eyes; I can tell what you're thinking; My heart is sinking too; It's no surprise; I've been watching you lately; I want to make it with you”

Y no digo más. Yo a Kylie no lo juzgo. La tía triunfa con su 1’53. Respeto máximo.

“Don’t stop the music” para continuar con algunas de las canciones que el pasado curso han hablado de mí: “Don’t know me” (pero haciendo yo de Ray Charles, que si quiero puedo tener mucho de negro ciego) “Sweetest Goodbye”, “Que vuelvas” de Shakira (la única en español) y “Don´t speak” (las demás me daban pereza).

Para acabar “This love” de Maroon Five pero cantada por Natasha Bedingfield, que cambia el “she” por “he” y, a mi forma de ver es el nuevo “I will survive”, que fue con la que terminé, pero en los acordes de Cake, que mete tacos en la letra.

Un concierto memorable. Una noche memorable. Siento que no nadie lo hubiera visto, pero con ojos mirones, no hubiera sido igual.

PUNKI PATÉTICA, DJ MODERNO SIN BLONDIE

El Sr. Quinqui, me ha recomendado que le ponga música a mi blog. No lo voy a hacer. No se hacer eso. Soy un paquete de la informática. Se me da fatal. No porque sea poco diestra, sino porque no soy buena en lo que no pongo interés. La informática me aburre.
Aún así, cada nueva entrada de este blog, estará acompañada de una canción. Eso si, la que a mi me de la gana.
Imagina una canción de reggaeton. No, mejor, imagina una canción reggaeton, no de las conocidas, sino de las que, supongo, vienen de relleno en un disco del género. Pero que no sea actual, que sea por lo menos, de hace cinco años. No, no, no, cambio (en el fondo con este ejercicio de imaginación, la estoy gozando) IMAGINA UNA CANCIÓN DE RELLENO DE UN DISCO DE LOS DE IBIZA MIX DE LOS 90’S. ¿La tienes? Descárgatela. Si venga, descárgatela. Hazlo. Hazlo ¡YA!. (espero…)
Una vez que la tengas, ponla de fondo…
No. No me he vuelto loca (aún). No elijo “eso” por gusto, es lo que le pega a este viaje a “La Atlántida”.
Todo comenzó el jueves, cuando “La novia y les lumieres” cogieron un autobus destino Asturias. Todo transcurría con normalidad, MG leía mi “Intouch” y yo su “Glamour” y PA se comía los mocos porque a ella los temas trascendentes que tratan estas revistas, le aburren, así que se limitaba a leer a Jorge Bucay, cuyos libros, por todos es sabido, son una fiesta. Todo normal hasta la primera parada, Benavente. Benavente desde luego no es la ciudad de la modernidad, ni de las tendencias, pero sentada en el sucio suelo de su estación había una punki. La punki más cutre de la historia del movimiento. Cutre y patética. Una lástima. En el fondo, yo, tengo un espíritu mucho más punki que aquí la amiga. Llevaba unas mallas de leopardo y como buena rebelde, rotas en el culete. Pero no rotas de la mala vida de las pobres, no. Sino rotas por las tijeras de mama o en su defecto, de la abuela de la punki. La punki además, llevaba a la cadera una cadena del tipo “cierro finca” con candaó (probablemente la cadena fuera robada a papá, el día que cogió de costurero de mama las tijeras para el siete con vida de las mallas leopardiles). Por sino fuera poco, como distintivo de que era una autentica malota, también de su cadera, colgaba una auténtica estrella de Mercedes. Sin comentarios. Como buena punki, no tenía una cresta, dos adornaban su parcialmente rapada cabeza, una, teñida de rosa (como Avril Lavigne). La colega estaba bebiendo calimocho a morro de una botella de dos litros de Coca Cola, supongo para soportar el mono. Se sentó en el último asiento con el loro (¿se le puede llamar loro a un ipod? Es que tiene que sonar malote…) y tuvo intentos de intimar con “La novia y les lumieres”. No lo consiguió. Somos un grupo cerrado. Así que se escondió, no siendo que el busero le echara la bronca, para fumarse un cigarro. Quería parecer peligrosa. Como no daba miedo, sino pena, pues se preparó un porrillo y preguntó donde estaba el baño. Mientras hacia todo esto, a veces le daba el arrebato y se pegaba un lingotazo, y otras animaba al populacho al ritmo de su música. Ni dios le hacía caso.
Por si los pasajeros no tuvieran suficiente con la punki, a “La novia y les lumieres” les entró el ataque verborreico, y como chicas de mundo que somos, mezclábamos trascendentes temas de moda y estilo, con burradas propias de catetos y rudos hombres de la vida. Total, que al que teníamos delante, le pusimos la cabeza modorra y a la punki ganas de integrarse.
Al llegar a Oviedo, decidimos, hacernos las tímidas y bajar las últimas, sin darnos cuenta de que el fin de trayecto, no era en Oviedo, sino en Gijón, así que con el bus casi en marcha nos bajamos dando voces con todo el bus mirando.
Muertas de risa, cantado “Estas chicas son de pueeblo …” de la Melody salimos a la calle donde B (no se su apellido, no puedo ponerle otra inicial…) nos esperaba.
Tres horas más tarde, estábamos en Luanco al fin. En el coche nos comportamos y ni cantamos obscenidades ni temas míticos como “El señor conductor no se ríe…” (A todo esto, ¿por qué no cantamos “El señor conductor no se ríe”?). Tras una visita panorámica nocturna y un Cola Cao (mi espíritu rebelde se lo quedó la punki) estábamos en la cama soñando playa… amaneciendo lluvia.
Que no es de extrañar. Que lo raro hubiera sido sol caribeño. Amaneció lloviendo. PA abogaba por quedarse regocijándose en su saco hasta las 10 p.m y luego darse al ron (Prozac bien visto) pero conseguimos levantarla de la cama y llevarla a que se mimetizara con el mundo, el mar, los pájaros y las flores. En el Cabo de Peñas, el lugar más al norte de la península Ibérica, PA descubrió que en realidad a ella el arte no le va, que preferiría en esta vida ser feliz corriendo desnuda por los campos, no en vano, le va Heidi (esto lo digo yo, que ella ni palabrita, pero después de tantos años le leo la mente).
Como antes dije, somos unas chicas estilosas… y un poco tontas. Servidora se llevó a Asturias un único vaquero y una única chaquetita de punto. Nada de zapato cerrado. Todo sandalia y bailarinas.
Pitillos, florón en la cabeza, sandalias de ¿tacón? fue la guisa con la que yo me presente ante Madre Naturaleza. Madre Naturaleza en vez de reírse de una, se congratulo conmigo. Le hice gracia. No me castigó. Ni me despeñe, ni me caí. Así soy yo, divina hasta en el campo.
Asturias es un lugar extraño. Amaneció lloviendo que no entraban más nubes en el cielo y al ratito sol resplandeciente y sin pensarlo a la playa.
Si para ir al campo ya soy un caso (en realidad fueron las circunstancias, que yo tengo un pueblo, de esos en los que hay cacas de oveja y mujeres de negro con pañuelo en la cabeza que todavía segan a hoz) pues para ir a la playa más.
Soy de un blanco nuclear. Lo conservo con amor y orgullo. No es por elección. Es porque sino fuera blanca, sería rojo gamba. Si a la Madre Naturaleza le caigo bien, al astro Sol fatal. Sus rayos asesinos se topan con mi piel y hacen que me pique de con ardor. Y lo paso mal. Total que yo a la playa voy con lo que llamo mi burka. Mi burka es un pareo que coloco estratégicamente en esos lugares que me pican. Parezco una yonki que necesita amor y un bocata. Además fui en plan comando, sin gafas ni lentillas porque al quitarme las lentillas me pellizque en la cornea y se me puso la mitad del ojo izquierdo, rojo (rojo gamba). Era justo, justo, la mitad. Ahora que lo pienso, debía de dar un poco de miedo, yo tan blanca, con los ojos muy azules y las pupilas extremadamente dilatadas (¿Queé? me gusta mucho la gente) y medio ojo rojo, justo medio. Mola.
En plan comando, con los mismo pitillos y mi solitaria chaquetita de punto gris salí aquella noche. Presencié un drama tipo O.C en versión asturiana, mantuve un debate sobre las diferencias de la atracción entre hombres y mujeres (diferentes hasta que al día siguiente Les lumieres conocieron PR1…), y llegó el momento Atlantida.
El momento Atlántida fue precedido por un momento de mimetización personal. Dicen que sino puedes unirte al enemigo, lo mejor es unirse a él.
Situación. Los hombres integrantes de cinco equipos de rugby borrachos. Los hombres integrantes de cinco equipos de rugby borrachos buscando mujeres. Los hombres integrantes de cinco equipos de rugby borrachos buscando mujeres compitiendo entre ellos por ver quien ligaba con más mujeres. Los hombres integrantes de cinco equipos de rugby borrachos buscando mujeres compitiendo entre ellos por ver quien ligaba con más mujeres y apenas diez mujeres. Horror. Puntuación 1, 2, 3. Uno, un cesto (fea vamos) Dos, normalita. Tres, para ser fina, de buen ver. Con semejante panorama, no se como (bueno si, ellos iban borrachos, yo no) convencí a los capitanes de los dos principales equipos de que me dejaran ser jueza de honor. La jueza de honor es caballito blanco y no cuenta.
Integrándome yo (pequeña, y blancurría) en ese mundo de hombres de pelo en pecho andaba inmersa, mientras mi amiga lumiere se daba al ron (Prozac bien visto) y fue este, el que le hizo bajar a la ATLANTIDA
La Atlántida es un lugar extraño (tiene un alter ego que se llama Mayte) es una mezcla entre lo mejor de un discoteca de pueblo y un puti club. Enorme y frío ambiente, luces Roxanne, sofás de cuero falso desperdigados y un humo que cubría la pista central. Pero lo mejor era la música. Jamás y digo jamás había escuchado algo parecido, era el grandes éxitos de lo peor de cada casa. Como el relleno del Ibiza Mix. La gente que allí ¿bailaba? no ayudaba mucho a mejorar el ambiente. Una niña con unos shorts que dejaban, digo bien, ver el sujetador y chicos de rugby con los pantalones por el tobillo bailando en calzoncillos tipo slip, que es lo más antierótico del mudo junto con los calcetines de ejecutivo.
Mi amiga lumiere
que ya iba un poco perjudicada (si le preguntas por la Atlántida te va a decir que es el lugar más feliz del mundo, algo así como el Disneylandia de la marcha) fue poseída por un espíritu bailongo y con la afirmación de “esta y nos vamos” (se encontró con un pavo que le seguía el rollo y le daba con muelle a la cadera) lo dio todo, todo, todo (mueve la cadera, mueve el pie, mueve la tibia y el peroné!).
Tras haber sido jueza de honor, aquella noche tuve el privilegio de ser cofundadora del club “Hastaloscojonesdelaatlántida” junto con B. MG era socia de honor (a veces la muy esquirol bailaba y todo)
Llego un punto en el que los miembros de “Hastaloscojonesdelaatlántida” decidieron irse de allí. Mi amiga PA y PH se quedaron allí, dándole al ron y a la cadera.
Desde mi cama los oí salir de la Atlántida (que estaba a tres manzanas), subir por la plataforma, cantar en el jardín, entrar en casa, caerse en el pasillo y reírse (no se si de la caída, o de la Atlántida).
A la mañana siguiente juraron creer haber sido discretos y silenciosos…

EVOCACIÓN DE UN ESPÍRITU FRÁGIL

La fragilidad me inspira. Me gusta la apariencia frágil; es interesante y misteriosa. Descubrir que bajo una coraza de fragilidad se esconde fuerza, me resulta cautivador y por que no, profundamente sexy y no en el sentido sexual del propio adjetivo sino en las intrigantes connotaciones del mismo.
Las personas frágiles me atrapan por identificación y porque juegan a las confusión aparte de no decepcionar.
Soy auditiva mas que visual y siempre he afirmado que las mejores canciones de amor las hacen los “chicos duros”, porque no caen en ñoñerias azucaradas sino en una fragilidad interna que evoca sentimientos profundos.
Hoy antes de escribir una autentica entrada, quería compartir unas fotos que me inspiran. Bellas imágenes que recuerdan fragilidad… por Camilla Akrans.

LISTA UNO. Las Canciones de mi Gente

- “Say you’ll be there” Spice Girls
- “Stop crying your heart out” Oasis- “Rayando el sol” Maná
- “A contracorriente” El Canto del Loco
- “Man! I feel like a woman!” Shania Twain
- “Only when I sleep” The Corrs- “Fallin’” Alicia Keys- “When you’re gone” Brian Adams- “Kiss” Prince- “Ironic” Alanis Morissette- “Volver a disfrutar” El Canto del Loco
- “Angels” Robbie Williams
- “Kids aren’t alright” The Offspring- “Lover you’re shouldn’t come over” Jamie Cullum
- “Basket Case” Green Day
- “Ni tu ni nadie” Alaska
- “Como hemos cambiado” Presuntos Implicados
- “Baby I love you” The Ramones
- “What you’re waiting for” Gwen Stephani
- “With or without you” U2- “Pull Shapes” The Pipettes
- “Don’t wanna miss a thing” Aerosmith- “Crazy in love” Beyoncé
- “Honey” Mariah Carey


Están todas las que son pero no son todas las que están. Son las que recuerdo ahora. Que nadie intente relacionar canciones y personas. A simple vista no existe. En mi cabeza si.

HEROES, HEROÍNAS Y CRETINOS ARROGANTES

Soy fan de muchas, diversas y ridículas cosas. Entre las cosas de las que soy fan se incluyen objetos, personas y animales. Soy incluso fanática de lo fan, pero, aunque pueda sonar contradictorio, no tengo ni muchos ídolos, ni muchos héroes.

De hecho, en mi vida sólo tengo dos héroes, de los que por supuesto soy fan. A pesar de mi condición de neofeminista, mis héroes hasta la fecha, han sido de género masculino. El término neofemisnista, que conste que me lo acabo de inventar. No se si existirá o no. Me considero feminista. Por supuesto. Pero gracias a mis amplios o escasos (lo he de evaluar aún) conocimientos en materia de ciencias, se y estoy convencida, de que existen diferencias biológicas insalvables entre hombres y mujeres. Ni mejores, ni peores. Diferentes e insalvables (véase la oxitocina y demás hormonas y su diferente y cruel manera de jugar e interaccionar entre ellas, en hombres y mujeres…).
Los dos héroes, de los que soy fan, son Manolito Gafotas y Carlos Herrera. El primero porque es un pringaó de barrio, del que no sólo se ríe su amigo Yihad, sino también su madre, su vecina la Luisa, su sita Asunción, su hermano y hasta el más pringaó que él, mejor amigo, Orejones López. Es pardillo, cabezón y está un poco gordo (todo esto lo dice él, eh!) pero también es inocente, bonachón y un soñador de diez años, que es feliz con poco. Se que es ficticio, pero también superman y los X-men lo son, y la gente los tiene por superhéroes, así que ¿por qué mi súper héroe particular no puede ser Manolito Gafotas?
Mi segundo héroe, Carlos Herrera (alias “el líder”), lo es por varios motivos. Motivo uno, estudio Medicina pero a él la carrera se la traía al pairo y ha terminado siendo un periodista respetable, sin necesidad de pasar por la facultad de comunicación. Yo he terminado Odontología y aspiro a dirigir Vogue (a todo esto, Yolanda Sacristán ¿Cómo es posible que utilizando a la gran Lindvall, la portada de este mes parezca mas propia del Telva que de una edición de Vogue?) Motivo dos, es fan de muchísimas cosas y es capaz de unirlas todas en su hora de los fósforos (por ejemplo, le encanta el tema escatológico en todas sus versiones, e indagar en ello, así que es recurrente en él hablar de colonoscopias y tactos réctales y saber que sienten sus oyentes al ser sujetos de semejantes pruebas médicas, de manera que aúna lo medico, lo cochino, su ansia de conocimiento y de relacionarse con los oyentes, en un mismo programa y hora) Motivo tres y más importante, sacia todas mis inquietudes de sabiduría porque sabe de todo lo que se puede saber, sin darle la más mínima importancia. Si hubiera nacido en el Renacimiento, hubiera sido considerado un humanista en toda regla, de la talla de Leonardo da Vinci o Maquiavelo.
Digo que mis héroes hasta las fecha eran sólo dos y hombres, porque desde hoy, mi vida tiene una heroína de la que me declaro superfan, Escarlata O’Hara.
Escarlata era una pija, caprichosa de familia bien que creía que podía conseguir lo que quisiera cuando quisiera no sólo por ser bella, sino por ser ELLA. Y tenía su arsenal. No en vano “un vestido bonito y una tez clara son armas capaces de derrotar al destino”, intenta tu, ravatirle a una chica como ella, una frase como esa. A Escarlata los convencionalismos, el “que dirán” y el decoro se la soplaban, así que para conseguir al hombre de sus sueños, Ashley Wilkes
, un panoli insulso, se planta un vestido escotado antes de media tarde. Gesto muy mal visto en la América sureña de época, pero ya decía yo que lo que la América sureña de época pensara, a Escarlata le resbalaba, el que no quisiera mirar que no lo hiciera y la que gustase de hablar, que lo hiciera…porque lo hacía por fea y por envidia. En el fondo la señorita O’Hara era un poco la Paris Hilton de su tiempo, que hablaran de una aunque fuera mal, pero claro está, nuestra heroína aunque mostraba busto a mediodía, no se le pasaba por la cabeza mostrar la ausencia de ropa interior fuera la hora que fuese, básicamente porque May (su criada) se encargaba de mantenerle limpios y almidonados los refajos…y de que se los pusiera.
Pero, paradojas de la vida, el soso Ashley, bebía los vientos por la no más sosa Melania. Así que Escarlata se quedo moviendo el abanico, rodeada de moscones y fría (por el escote digo) al enterarse del compromiso entre ambos. Como buen ombligo del mundo que se creía, no se cruzó de brazos y espero a que otro con mejor caballo la recogiera. La tía que era un manipuladora y una víbora (el que la considere una heroína no significa que no vea sus defectos), se hizo intima de Melania y se ligó al hermano de esta, Charles, que era tan soso, insulto y panoli como los otros dos, para ver si podía meter cizaña. Por si no fuera ya bastante culebrón el tema del trío con hermanos de por medio, Margaret Mitchell (la autora del LIBRO) mete un tercer hombre, Rhett Butler. Tan egocéntrico y vanidoso como Escarlata, asquerosamente encantador. El típico cretino que no se compromete. El hombre que ninguna madre quiere para su hija, porque le va a hacer sufrir, porque va a jugar con ella y luego la va a desechar cual klinex. Vamos lo que se entiende por un cabrón con pintas. Escarlata, que como a la mayoría de las mujeres inteligentes, le va la marcha, se prenda de él, pero como a vanidosa no le gana ni el increíblemente encantador Rhett, pues abiertamente no da su brazo a torcer ante él (aunque él sepa que la tiene loca) que sea él, el que se arrastre ante ella, ¡Estaría bueno! En esto la historia y los errores de nuestras primeras no nos han hecho más sabías a las chicas. Cuanto más chulo es el pájaro en cuestión, más nos gusta. No nos importa que detrás de nosotras haya hombres sensatos y encantadores que intenten bajarnos la luna para aumentar nuestra felicidad. Nosotras cuales moscas tontas, siempre nos sentimos más atraídas por la caca. En el fondo nos gusta que nos den caña, esa es la razón por la que los blanditos siempre se quedan a mitad de camino en todo. Luego claro, nos quejamos…
A muchos le sorprenderá que tenga por heroína, a una mujerzuela que lo a lo único que parece dedicarse es a los juegos del amor, sin importarle nadie más que sí misma. Escarlata era más que una vividora (esta palabra es muy de mi abuelo), era una luchadora que cuando vinieron mal dadas, dio la cara. Y no me refiero al amor, sino a la guerra. En los momentos cruciales de la vida, la señorita O’Hara se dejaba de pamplinas, cursilerías y lloriqueos y hacia todo lo que estaba en su mano para salvar su familia y Tara de la hambruna y los yankies, mostrándose luchadora, e independiente.
A pesar de todo, su carácter díscolo, vanidoso e intimidante, le pudo y si quedo sin Ashley, sin Charles (que murió en contienda) y sin Rhett (en el fondo era un acojonaó); pero a ella como mujer fuerte que era, sinceramente querida, le importaba un bledo ya pensaría en ello mañana que, al fin y al cabo, sería otro día.

LECCIÓN DE CIENCIAS

Probablemente esta entrada me desacredite entre la comunidad científica. Me importa un bledo. Ayer husmeando entre las estanterías de una biblioteca de provincias, encontré un curioso libro. Un curioso libro del que ni bajo todas las cruentas torturas chinas, desvelare el nombre. No solo porque el nombre en si, del libro en cuestión me desacredite entre la comunidad científica, sino porque probablemente la gente que me conoce me deseche de su vida, me considere una apestada y no me vuelva a dirigir ni la palabra ni la mirada. Con razón. Porque si yo veo a una amiga o amigo con semejante libro entre las manos, le consideraría un pringaó y su persona desaparecería de mi vida como si nunca hubiera existido. De echo el título y el contenido del libro es muchísimo más avergonzarte que “Chicos, manual de instrucciones”. Libro por cierto que me leí con 13 años…y no me avergüenzo de ello, así que imaginad.
El libro es tan patético como su misterioso nombre indica…pero es gracioso. Hacia la mitad del libro (es lo que tiene la basura editorial, que te engancha y te la lees de una sentada), el autor hace una descripción muy visual de cómo actúan ciertas hormonas en el cerebro de hombres y mujeres. La descripción carece de rigor alguno, pero aporta base de conocimiento suficiente para los no entendidos, que les permita afirmar que determinados comportamientos inexplicables tienen explicación hormonal y que por lo tanto no esta chiflados. Sobre todo a las chicas que vivimos en una continua montaña rusa hormonal (lo que reafirma que si Dios existe, definitivamente es hombre)
Este es un extracto que habla de la “maravillosa?” oxitocina: “La oxitocina es el mago de Oz de nuestros cuerpos. Es responsable de dispersar el buen rollo, las emociones y las reacciones que más nos gusta experimentar a la mayoría. Está especialmente diseñada para hacernos olvidar el dolor y la desdicha. Peor al igual que el mago de marras, posee elementos poco fiables. De echo, a veces parece que la oxitocina puede ser de lo más injusta. Hasta hace relativamente poco se pensaba que las principales funciones de esta hormona tenían lugar durante el parto, y que correteaban por nuestro organismo el resto del tiempo. En fechas más recientes (los últimos tres o cuatro años) los científicos del mundo se han dado cuenta que la oxitocina juega un papel asombroso e importante en numerosas funciones fisiológicas. Resulta que hay dos tipos: una funciona como antídoto de la tensión. Por ejemplo, cuando estamos preocupados por algo, el cuerpo produce cortisol (más adelante volveremos a él; es algo más que un vibrador tipo Mad Max) que nos prepara para entrar en acción. Nos ponemos en estado de alerta, la respiración se acelera y empezamos a pensar enseguida en las mejores maneras de afrontar un drama inminente. En síntesis, es el cortisol el que te hace sentir como te sientes antes de una cita o un examen que te interesa aprobar. Es esencial para la supervivencia; de lo contrario nos dejaríamos arrollar por los autobuses. Sin embargo, como podéis imaginar, un mundo en el que produjéramos cortisol a manta sin un sistema de frenado sería aterrador. Sería como el primer día de rebajas en Selfridges todo el día, cada día. Por lo tanto, después del cortisol, la oxitocina entra en acción y nos calma.
Pero es el otro tipo de oxitocina el más interesante, porque este tipo es específico para la interacción social. No se libera en oleadas durante todo el día como otras hormonas, sino que se dispensa en función de lo que estamos haciendo. Cuanto más alternamos con la gente que nos gusta, más producimos y más felices nos sentimos. ¡Es un circulo de la alegría hippytástico!. Si una hormona puede lograr que te sientas alegre y querida, insuflar primavera en tu paso y una sonrisa en tu cara sólo por salir de casa y charlar con alguien cordial, ¿os imagináis el revuelo que causa si abrazas a alguien? ¡Contacto humano total, con charla y sonrisas, y también un olorcillo agradable de su ramillete hormonal! Es una fiesta con orquesta, crudités y piñata. Lo cual conduce como era de prever al sexo. La fiesta definitiva. En lo tocante a las mujeres, es un festival. Carrozas, disfraces y camiones llenos de altavoces que transmiten a toda pastilla música dance. Pero, como siempre, no es tan sencillo como parece. Porque cuando el sexo envía una potente ráfaga de oxitocina a la fiesta, no la envía sola. ¡No carajo! ¿Por qué aparecer solo en el mejor concierto de la ciudad? El sexo también invita a las festividades a toda una pandilla de otras hormonas. Para empezar, está la dopamina, uno de los productos gratificantes del cerebro. La dopamina es el Rocky de las hormonas, te mantiene concentrado y absorto en un objetivo. Si pudiéramos ver a la dopamina, llevaría sin duda cinta elástica en la cabeza y shorts de aspecto inflamable. Es lo que se libera después del ejercicio. Es dopamina lo que susurra en tu cerebro cuando vas al gimnasio una vez al mes, y te impulsa a pensar en la ducha: “¡Esto es asombroso! Caramba, ¿por qué no hago esto siempre? Voy a empezar a hacer ejercicio cada mañana camino a la oficina!” (es la ausencia de dopamina en el organismo lo que consigue que abandonar la cama para ir al gimnasio una fría mañana de invierno parezca una proposición ridícula, adecuada solo para californianos y esposas trofeo). Cuando la oxitocina y la dopamina acuden juntas a la fiesta de tu cerebro, no logra que el sexo sea gratificante, sino el sexo con esa persona en particular. Y la fiesta no hace más que descontrolarse cuando estas dos empiezan a pasárselo en grande con sus colegas de buenos momentos, las endorfinas. Estos tipos son animales de fiesta. Consiguen que te sientas tan bien que les llaman los opiáceos naturales del cuerpo. (…)
Durante el sexo, además de todo esto, se liberan los anticuados estrógenos y testosterona. En el cuerpo femenino, los estrógenos potencian los efectos de la oxitocina pero en el hombre la testosterona los disminuye, los ataca. De manera y para que sirva de ejemplo es como si una pareja estuviera bebiendo en un bar. Ella bebe todo tipo de extravagantes bebidas: champán, ginebra, vodka y ese extraño líquido azul de la botella que hay al final de la barra y nadie pide. Entre tanto, el hombre está siguiendo el consejo de todos esos aburridos especialistas en enfermedades hepáticas que salen entrevistados en los periódicos en Navidad. Solo bebe champán a palo seco, y entre copa y copa, agua. Y antes de ir al bar, tomó un buen plato de pasta y una cuchara de aceite de oliva para forrar su estómago. De modo que cuando un taxi lleva al hombre y a la mujer de vuelta a casa, él lleva un suave colocón, mientras que la mujer está bailando sobre la mesa con los zapatos de tacón en mano, el vestido en la otra y las varillas de los cócteles metidas en el pelo ¿A QUIÉN LLAMARÁIS TU IRRACIONAL?”
El capitulo de este libro en cuestión sigue. No es plan transcribirlo entero.
No preocuparse nadie. Sobre mi mesilla ya tengo preparada “La eterna levedad del ser” como antídoto. Y como castigo (divino en este caso) “Los pilares de la tierra” que en su día los deje por imposible. Pero me lo tengo merecido.

TETAS DE REBAJAS

Lo prometido es deuda. El otro día iba a hablar de tetas. Me raje y termine haciendo balance de mis últimos cinco años de corta existencia en este mundo. Por cierto positivo aunque pueda parecer lo contrario. Lo que me ocurría el otro día es muy común entre las mujeres. Se llama “Síndrome premenstrual”. Dominada por mis hormonas, decidí que necesitaba cariño. Siendo exacta y sincera, necesitaban cariño mis hormonas. Yo es que tengo de todo menos personalidad, me dominan las hormonas, las voces de la cabeza… Así que que a nadie se le ocurra venir a salvarme en un caballo blanco. No es necesario. No era depresión, era la regla (Bueno, si eres Jude y quieres venir a salvarme o lo que se te ocurra, tu no lo dudes, soy una autentica víctima).
El caso es yo pensaba hablar de tetas porque me he comprado un sujetador push-up. Un sujetador elevador. Vamos, que me he comprado tetas postizas. La verdad, no se porque hago esta confesión publica. Si bien, wednesday es un pseudónimo (mi alter ego obsesivo) y me otorga cierto anonimato en la blogosfera (por Dios desde que tengo ADSL y me se descargar cosas, aunque luego no las encuentre en mi ordenador, no hay quien me pare…). Pero teniendo en cuenta que mi blog sólo lo leen gente que me conoce, el anonimato desaparece. De manera que estoy reconociendo públicamente que desde ahora llevaré tetas de Alcampo. Digo esto aquí, a corazón abierto, a todo el que me conoce y esta tan aburrido como para leerme, porque es lo más emocionante que me ha pasado en esta semana. Bueno en realidad la semana pasada. En la presente, todavía martes, espero cosas más emocionantes (relacionadas o no con el hecho de tener tetas de Alcampo, y sus, espero, positivas consecuencias)

Hago esta confesión pública porque en realidad estoy preocupada, por mi, por mi vida y por mis prioridades. Hasta la semana pasada yo era súper feliz siendo de “Castellón de la plana”, pero cosas que tienen la rebajas, que como no había encontrado nada de primera necesidad (a saber, bragas bonitas) pues me di a cosas que hasta entonces me habían parecido supérfulas: sujetadores elevadores. Fue ponérmelo en el probador y el flechazo surgió. Y lo hice mío. Porque las tetas postizas están de moda. Y no me refiero a la silicona. No. ¡A los postizos de verdad!. A los postizos tipo “calcetín en la copa” pero más fino, y sino fijarse en el editorial de Claudia Schiffer en Vogue Alemania por el gran Testino (este más accesible a que se le mire a los ojos)
Ese pequeño (si, por mucho push-up, el cambio, sigue siendo pequeño) cambio en el reflejo del espejo, es el acontecimiento más excitante que me ocurrió la semana pasada. Y aquí lo que me preocupa. El mismo día de la compra del sute elevador, en el rellano de mi recién estrenada casa se presentó por sorpresa una amiga que vive muy lejos. Pero mucho. Tanto como en África. Aún así, las tetas siguen a la cabeza de los asuntos relevantes. Y es que ya lo dicen en televisión, “Sin tetas, no hay paraíso”. Eso si, el encontrarme a mi amiga en el rellano de la escalera, me hizo dar un grito que ríete tu, de todas esas rubias siliconadas que gritan y enseñan cacha en las películas de terror americanas. Porque todo hay que reconocerlo, mi sujetador, por mucho push-up, hacerme gritar al verme en el espejo, pues la verdad, no lo consigue. Y es que lo que natura no da, Salamanca no presta (mejor dicho, el Women Secrect de Salamanca, no vende).
Entonces, ¿Antepongo mi falsa imagen intermitente a una buena amiga que poco le importa el tamaño de mis pechos, sino lo que hay detrás? (es fácil ver lo que hay detrás, no porque sea una persona “llena” sino porque lo que hay no está cubierto de mucho, sino no estaríamos hablando de tetas postizas). ¿Me estoy volviendo superficial? ¿O es mi gen egoista, que necesita permanecer en este mundo y ve que sin tetas no lo conseguirá?.
La verdad es que ni yo misma lo se. Tampoco lo saben ni mis hormonas, ni mis voces. Aunque si bien creo que en realidad fue el aire de rebajas, que a pesar de la crisis invadió mi cuerpo. Porque la verdad, yo con eso, no me veo.

ESTADOS DE ÁNIMO

Tenía pensada otra entrada. Pensaba hablar de tetas. De tetas postizas. Pero influenciada por mi estado hormonal, por mi histrionismo o por mi bipolaridad, he cambiado de parecer. De tetas hablaré mañana, voy a hacer balance.
A falta de saber una nota, he terminado la carrera. Una etapa más de mi vida ha tocado fin, se ha puesto el punto final de esa novela que, curiosamente comenzó el día que cumplí 18 años. Digo que curiosamente, porque justo el día que ante la ley, Dios y los españoles me convertí en una persona mayor de edad, dignidad y gobierno, hice mis maletas y me fui a la Universidad. Aquella historia, esa novela de amor/odio conmigo misma y sobre todo con el mundo, comenzó un 27 de Septiembre de 2003. No pude tener un cumpleaños peor. No sólo porque ODIO cumplir años, no sólo porque me moría de MIEDO por irme de casa y aunque no lo dijera, lo que más me apetecía era atarme a la gran pata central de la mesa de mi comedor, con una guitarra en la mano cantando el “No me moverán”. Sino porque mis amigas (a las que adoro, venero y por las que canto alabanzas al Señor desde mi balcón todas las mañana, aunque ahora mismo las vaya a poner a parir un poco), les dio por pelearse. Con razón o sin ella (a día de hoy es un tema delicado y mejor tocar de puntillas) que la cosa, fíjate, no iba conmigo (por una vez en la vida me veía al margen de un lío…sería la mayoría de edad o algo así, porque sino no me lo explico), pero se pelearon. Así que de esa guisa me fui yo a ser una esclava (del Sagrado Corazón, mi residencia, que por ahí hay mucho mal pensado), miedica, asustada y con unas amigas peleadas.
Decía yo (que me estoy yendo y no vuelvo) que pretendo hacer balance. Después de cinco años soy bastante más rubia (tinte obra milagro), soy bastante más mordaz (la vida y lo hombres me hicieron así), soy bastante más tonta (Yo antes con un chasquido sacaba un notable, ahora si me dedico a chasquear los dedos suspendo ¿Dónde se quedaron mis neuronas? quizás en Cuba aunque mi nueva adquirida tontería viene de antes). Tengo ojeras (el insomnio que sufrí el curso pasado es el culpable). También a pesar de los años parezco más pequeña. A pesar de la vida, los hombres (jaja) y las ojeras conservo un aspecto aniñado que a mi, particularmente me gusta. Y estoy visiblemente más delgada (soy de 6 a 7 kilos menos de persona que hace cinco años…¡ahí se fueron mis neuronas!) que vale, que puede que este un poco escualidilla de más (es por ello que pensaba hablar de tetas postizas) pero lo digo aquí a calzón quitaó: No me cambiaba físicamente por la de hace cinco años.
En general estoy mucho más a gusto en mi piel ahora que al principio de la novela. No sólo por lo físico. Con mis neuronas, perdí mi timidez. Pensándolo bien, 2 kilos de neuronas (es que me veo muy lenta, y yo no miento, si, por lo menos dos kilos, ¡por lo menos!), más tres de timidez (que yo era muy tímida y lo enmascaraba con bordaría, ahora soy borde…pues por la vida y los hombres…ains), hacen un total de cinco. Vale esta teoría se la comentaré a mi madre cada vez que me diga “¡Come!”.

Que decía yo que ya no soy tímida. Soy capaz de establecer conversación con una cucaracha si me dejan. Soy un ser social. Demasiado. Tanto que luego creo dependería emocional (lo de la dependencia emocional y lo de que las cosas suceden si estás abierto a que te sucedan es lo MÁS importante que he aprendido en la universidad, adelanto la moraleja). Pero bueno que la vida y los hombres que la sigan (risas mil reiteradas y no enlatadas, no, auténticas) supongo que corregirán ese aspecto. Me siento más segura y a pesar de mi aspecto frágil, más fuerte.
He conseguido sacarme la carrera aceptablemente bien. A mis amigas (las que un día se pelearon, pero no hurguemos en la herida, ni levantemos ampollas), las conservo y me he dado cuenta de lo muy importante que son para mi. Aunque para ello se hayan tenido que convertir tres de ellas en “raza aparte”…pero en fin, son cosas que se pierden en el camino, como las neuronas. Y a esas amigas le he sumado mucha gente, gente de la que no me quiero deshacer. Gente que no se librará de mi, porque con la edad se gana en ser pesada y yo lo soy (aparte de la dependencia emocional). Por cierto, que las dos moralejas que resumen mi vida universitaria las aprendí de la misma persona. Una de esas gentes nuevas que conocí el día que mis amigas se pelearon.
A algunas de esas personas la conocí en seguida y las quise casi al instante (pintando láminas de un atlas) a otras tarde más en calarlas y no fue hasta mi vida enfrente de Pronovías donde me ganarón. Otras llegarón en el mejor de mis cursos (el pasado) con música. Si con música, sonaba el “Like a Virgin”. Y por último cuando piensas que todo va a tocar a su fin, te vas de viaje transoceánico (venga, que lo he dicho 300.000 veces pero no lo he escrito: COMO ME LO PASÉ EN CUBA!!!) y descubres a gente que se sentaba a tu lado en clase que desconocías. Entonces te das cuenta que fuiste tonta y que te perdiste a ese gente cinco años. Pero no sólo de viaje descubres a antiguos conocidos sino a otros personajillos y bichejos con interesantes reflexiones sobre la vida. Al fin a al cabo, no gentes, sino personas que esperas que como aquellas amigas que se pelearon, en el próximo balance estén.
También me he dado cuenta de la suerte que tengo con mi familia. Y tengo un pato. Y un montón de zapatos. Y vestidos. Muchos y muy bonitos. Y me pongo minifalda. Y al que no le guste que no mire. Y he descubierto (pero esto hasta mi viaje transoceánico nada) que son la reina del baile (“yo soy tu gatita, tu gatita”)
Pero a pesar de eso. De todo eso. Sólo soy feliz al 80%. Resulta irónico, pero es cierto (y eso que no habéis visto mis bonitos vestidos, eso haría feliz al 99% a muchas chicas). Porque al perder neuronas y timidez, también he ganado ansiedad y eso ha hecho que estas voces mías griten con más fuerza. Siempre han estado, siempre. Pero ahora gritan y a veces me vuelven loca y conforme aporreo el teclado, las callo un poco, pero ya volverán a gritar mañana. Y además creo que se ríen de mí. Se ríen mucho y muy alto.
Pero si algo he aprendido. Si por algo ha sido positivo mi paso por la universidad (a mi la carrera, ya lo sabéis, me la suda, es un vector para vivir, no el fin de mi vida…me permitirá comprarme el Vogue Paris a 6 leuros sin remordimientos de conciencia), es que hay que tener paciencia para cambiar las cosas de tu vida que no te gustan y que al final sin preocuparte mucho por ellas, relajada, cambian. Ahora estoy en una encrucijada, por si no lo había dicho no sólo se ríen de mi las voces de mi cabeza sino también mi destino, y ese con más guasa, lo digo de manera retórica.
“LAS COSAS SÓLO TE SUCEDEN SI ESTÁS ABIERTO A QUE TE OCURRAN”